viernes, 17 de julio de 2009

 

historia de una llegada

"La gloria es imperecedera", dijo Sabella, y es probable que alguien agarre un tachito de pintura y le pinten la pared de su casa o algún edificio histórico de Avenida 7, estampandole el banderín de Estudiantes. La juventud está así, cada vez más rebelde y en los festejos le mete para adelante sin medir gripes, salud y mucho menos horarios. Y el que está igual es ese Estudiantes, igual que antes, cuando el abuelo iba a 57 y 1, siempre ileso y siempre zorro en contiendas internacionales. Estudiantes es un fenómeno, vecino, y en nuestra ciudad ayer, hoy, mañana, tal vez hasta el último día de diciembre, sigan con esta caravana. La caravana que entró ayer por la bajada de Autopista y cuyas ruedas del omnibus pisó vías del ferrocarril a la altura de “la uno” cuando se hacían las 20 horas. Año 2009, que según cuentan es bíblico: sume 2 y 9, dará 11, número sagrado, como el que justamente identificó a Juan Ramón Verón y ahora -en plena crisis- duplica venta de camisetas porque la viste Juan Sebastián. El micro trajo a los muchachos de “Pachorra”, el director técnico que vive modestamente en una casa de Tolosa, el barrio donde se crió ese rubio número 2. El micro atravesó 122 y por allí vivió quien murió joven y es el ídolo del pelado, el Ruso Prátola. El miércoles, el cielo oció con gotitas y muchos pinchas, con razón, han dicho que fue el abuelo, que fue papá, aquel amigo que los dejó. El jueves, ayer, cuando llegaron a la Catedral, no llovió más. Eran las 23 y la luz que iluminaba al equipo y a la gente, parecieron ser encedidas por el cura de las causas justas, el querido Carlos Cajade, que desde allá arriba tambié grita Dale Campeón. De las 23.10 a las 23.35 fue el tiempo que duró la presencia albirroja en su exposición popular en el corazón de la ciudad. El León copó la Intendencia. Desde el balcón primero asomó el capitán, Verón, que micrófono en mano volvió a dar las “GRACIAS”, aunque debido a su desgastada voz no fue posible recordar alguna frase entendible. Mientras la Brujita llevaba como podía su monólogo, las canciones pasaban del “dale campeón” al “es el equipo del Narigón”. Justamente, después de este hit, a más de uno le pareció volver a estar en la noche de junio de 1986, cuando Argentina volvía campeona mundial de México. En el blanco de la Municipalidad, una bandera con los colores pinchas decoraba el principalísimo sector. El segundo mensaje fue del DT, Alejandro Sabella, que haciendo honor a su apodo llegó un poquito después, tomó la posta y decretó la ovación cuando eligió jugar con una vieja frase del riñón político: “La ciudad está en orden” (por aquella de la casa...) También recordó a su familia: “Mi mujer y mis hijos son el sustento”, y mencionó a los viejos campeones que en los sesenta pusieron “en el firmamento” sus nombres “gloriosos como los de este plantel”. Al final, el presidente, Rubén Filipas, que no dejó de abrazarse al trofeo y acomodó su voz, también deteriorada, llegó a una confrontación pública, con algo de folclore: “La mística nos pertenece”, apuntó, en clara referencia a los dichos del presidente de Gimnasia, que al finalizar la Promoción dijo: “La mística no es propiedad de nadie”. Quienes estuvieron en primera fila fueron Boselli, Alayes, Desábato y el veterano Juan Ramón Verón. Rápidamente, los de arriba dejaron su lugar de privilegio y los de abajo no tardaron mucho más. Así, se cumplía con el primer día de festejos.

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Comentarios:
Felicidades Pinchas!!!! qué movilizacion a Ezeiza, felicitaciones!!!!
 
gracias madam muchas gracias tu
 
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