La Plata, Ciudad Generosa

Lluvia, visibilidad poco nítida, tránsito caótico como siempre. Demasiado para un martes al mediodía, me dije, y salí de casa cansado de ver pasar la vida por la ventana para terminar, al cabo de unas cuadras, en un café de la ciudad en el que la fauna política local se reúne de tanto en tanto para filtrar información de esa que no sale en “las notas serias” de los medios de comunicación de la región pero sin embargo corre como reguero de pólvora y va de despacho en despacho atravesando puertas y todo lo que se cruce por su camino.
Pensando en cuan injusta es la vida partidaria y sobre todo, la pretendida libertad de tránsito que supone la “militancia” en democracia, me enteré de que la edil ahora vinculada al mariottismo y antes miembro del bloque oficialista en el Concejo, Sabrina Rodríguez, está pagando demasiado caro el precio de haberse cruzado de vereda.
Mientras pedía un cortado y leía las necrológicas en un centenario diario de la capital bonaerense, sonó el teléfono –que siempre suena cuando uno menos lo desea y justo está buscando un poco de paz-. El remitente era desconocido, pero al atender supe que se trataba de mi buen amigo Jaime Cortaronelchorro, un irónico sujeto que, como es desempleado y no sabe qué hacer de su vida, se dedica a recorrer pasillos de sedes legislativas de la ciudad con el oído bien atento.
“Martín, Martín, no tengo crédito, te hablo cortito y contundente” me dijo a los gritos.
“Bueno, metele”, le contesto.
“Che, viste que a Rodríguez le dijeron de todo menos linda por pasarse a las filas del ultrakirchnerismo…, al parecer, al bruerismo todavía no le convence para nada los argumento que dio en su momento para justificar su quiebre con el bloque…”
“Sí, claro, dio hace casi dos meses una conferencia de prensa argumentando que la tenían relegada desde hacía un tiempo en la bancada y que le ninguneaban proyectos y demás cuestiones…”, le digo.
“Sí, claro, y ahora le aplicaron el famoso sistema que se usa desde antaño para reducir al mínimo los recursos económicos que tiene un concejal para desempeñar sus funciones, es decir, la dejaron con sólo 3 de los 12 contratos con los que contaba…”
“Upa, eso sí que duele”, le respondo. “Pero seguramente debe haber tenido su recompensa por otro lado Jaimito, pensá que nadie se va de un bloque mayoritario sin antes poner en la balanza los pro y los contra de tamaña movida”.
“Claro Martín, tenés razón, pero según me dijeron todavía los brueristas no se fuman haber quedado a un solo concejal de la mayoría automática y la cosa puede venir para peor”.
“Bueno Jaime, te agradezco como siempre, pero te dejo porque tengo que seguir leyendo un poco para instruirme sobre la actualidad y ser un mejor ciudadano el día de mañana”, le corté.
Y seguí pensando que en materia política a veces conviene hacerse el boludo y mirar las baldosas silbando bajito…

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