domingo, 5 de agosto de 2012

 

RUBIA INMORTAL

Hace hoy exactamente 50 años moría en Los Angeles, y en medio de uno de los misterios más revisitados del siglo XX, la mujer más fotografiada del mundo y la actriz más sensual y glamorosa de la historia del cine. Un ícono de la cultura popular que guardaba en su interior a una mujer sencilla y llena de carencias afectivas: Marilyn Monroe. La diva que cautivó a multitudes, enamoró a algunos de los hombres más poderosos de su tiempo y dejó su impronta insuperable en la historia del espectáculo mundial.
Medio siglo después de su deceso, la vigencia de Marilyn es indiscutible: sigue inspirando a artistas de las más diversas disciplinas, las estrellas más resonantes del cine y de la música ceden a la tentación de imitarla en algún momento de sus carreras y los objetos que le pertenecieron son subastados por montos millonarios, mientras más y más ríos de tinta corren repasando su historia. Sobre todo, su nunca del todo clara muerte a los 36 años a causa de una sobredosis de barbitúricos, según el informe oficial.
Pero la historia de la que se convertiría en un mito se había iniciado mucho antes. Antes de ser Marilyn Monroe, la estrella del cine fue Norma Jean, nacida en Denver en 1926. Una chica “realmente bonita y encantadora”, como comentó su madre, Gladis Phillips, al conocido biógrafo estadounidense Donald Spoto en el libro (“Marilyn Monroe. The biography” (1993), “pero resultaba un poco patética, porque siempre estaba avergonzándose de su pasado”.
Con 13 años, Norma ya había alcanzado su estatura de adulta, un metro sesenta y seis, y su figura se había moldeado tal como la recordamos en sus películas: unos pechos insolentes que solía exhibir debajo de ceñidos jerseys, con faldas pegadas a la cintura, tal como las adolescentes acostumbraban a vestir por entonces en California.
Se casó por primera vez, tal vez con su primer “hombre de ensueño” como ella misma dijo tiempo después. Tenía 16 años y en su trato con los hombres ya contaba con una “traumatizante agresión sexual, una violación que había dado como fruto un hijo que nunca llegará a conocer y una serie de encuentros sexuales no consumados”, afirma en su libro “Marilyn Monroe. La diosa del sexo” el escritor Luis Gasca.
Contrajo matrimonio con el hijo de una vecina, un policía de 21 años, James Dougherty, en una especie de boda concertada. “Era tan sensible e insegura que me di cuenta de que no estaba preparado para ocuparme de ella”, admitiría Dougherty después en las discretas notas que reunió para redactar su biografía.
Su segundo marido, André de Dienes, conoció a Norma a finales de 1945 y fue su primer fotógrafo con un estilo original, inspirado, una historia que contó Dienes en sus memorias secretas, que fueron encontradas tras su muerte en 1988. En ellas, se observa la evolución de aquella modelo joven y sensible hacia el umbral de la que, en poco tiempo, sería Marilyn.
Dienes la conquistó, porque “los hombres que estaban detrás de las cámaras fotográficas en esos tiempos eran el equivalente de lo que serían más tarde los cámaras de cine, los productores y los agentes (.). Ella se sentía en deuda con ellos y les pagaba con su propio cuerpo”, afirma en su biografía Donald Spoto.
La aparición de Marilyn en las portadas de decenas de revistas hizo que la Twentieth Century Fox la contratara y empezara su carrera: aquí se inicia la vida de la actriz y de uno de los iconos del siglo XX.
En la década de los `50, Marilyn empieza a ser considerada una estrella cinematográfica y rueda “Cómo casarse con un millonario” o “Los caballeros las prefieren rubias”, ambas filmadas en 1953. En ese momento se fragua su relación sentimental con Joe DiMaggio, el que sería uno de sus cuatro maridos.
Pero Joe no soportaba muchas cosas de la vida de Marilyn. La famosa secuencia de “La tentación vive arriba” (1955) en la que Marilyn juguetea con su vestido blanco sobre el respiradero del metro neoyorquino, presenciada en vivo por Joe mientras se rodaba en la esquina de la calle 52 y la avenida Lexington, colmó la paciencia de éste, y en su opinión también su honor. Se divorciaron el 27 de octubre de 1954.
En 1951, cuando Marilyn tenía 25 años, conoció a Arthur Miller, que le llevaba 10 años. Miller le pareció el paladín de los perdidos y los heridos, y así fue como se ganó su aprecio. Cinco años después se casaban. en una ceremonia durante la que Marilyn aprovechó para convertirse al judaísmo, la religión de su marido. La luna de miel la pasaron en Londres, donde ella rodó “El príncipe y la corista” (1957): durante aquellos meses, la actriz perdió un embarazo a causa de un aborto espontáneo.
En 1960, Marilyn, cuyo matrimonio hace agua, comienza el rodaje de “El multimillonario”, al que a última hora se incorpora un cantante y actor francés poco conocido en Estados Unidos, Yves Montand. Tras el rodaje de “Vidas rebeldes” (1961), un filme que revela los sentimientos de Miller y en la que Marilyn tenía que expresarlos, la pareja se divorcia.
El 19 de mayo de 1962 tiene lugar en Nueva York la gala de cumpleaños del presidente J. F. Kennedy, en la que Marilyn le canta, cándidamente, su famoso “Happy Birthday”. Tres meses después, un 5 de agosto de 1962, Marilyn moría.

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