lunes, 15 de abril de 2013

 

fariña por Jorge D. Boimvaser

Muchos pensaron que estábamos como Maduro, con un pajarito en la cabeza que nos daba letra sobre una historia digna de Hollywood. Y no dijimos todo, por caso, ¿cómo relatar que para mantener la apariencia de un vínculo que lo hiciera mediático, Leonardo Fariña le mensualiza a Karina Jelinek la suma de 50 mil dólares? Y cuando el peligro de sangre aparecía en el horizonte la modelo mandaba mensajes enigmáticos previniéndose al estilo "no me peguen soy Jelinek". Contamos entonces que le hicieron la advertencia de mediatizarse pues no es lo mismo liquidar a un José Pérez cualquiera al estilo "que parezca un accidente", que matar a un pibe cuya sed de codicia y fama efímera lo lleva cada día un pasito más cerca del abismo. Y cuando dijimos que estaba escondido en Nordelta mientras alguien de su entorno negociaba devolver algo del dinero mexicaneado, nos retrucó insultándonos de todas las formas. Pero el mismo Fariña reconoció que tuvo miedo que lo mataran y estuvo un mes "guardado" hasta ver el horizonte menos nublado. Una tarde lo llamé desde un hotel de Retiro. Me mostraron en una Notebook una cámara oculta que le hicieron en el restó Happening donde estaba con un personaje con quien se asoció en algunos negocios, llamado Alfredo Gago. El hombre cuenta con antecedentes en la justicia y ahora anda con problemas. Fariña nos contó que le quería dar una mano. Gago y dos personas más transfirieron casi 110 millones de dólares, pero cuando quisieron recuperarlos las nuevas directivas de Guillermo Moreno le impedían al Banco Piano reingresar esa suma a la Argentina. Al pié del documento está la firma de una escribana, Silvia Espósito. "Doctora, le preguntamos, ¿usted estuvo en el Banco contando los millones de la transferencia, pues da fe de ello?" Nos respondió que ella certificó la fotocopia del original en el Instituto Olivares, uno de los pioneros en eso de las fotocopias autenticadas. O sea, los socios y hombres de confianza de Fariña difícil puedan justificar el origen de esa monstruosa suma de dinero. 110 palitos gringos no se obtienen así porque si. Pero ese espacio de negocios sucios donde Fariña es apenas un "pichi" se caracteriza por el bajo nivel de exposición pública, y el pibe sacó los pies del plato más de la cuenta. Ciertos niveles de estafa en que interviene su gente "amiga" son mecanismos complejos. A veces hay que invertir como 10 millones de dólares para generar una estafa de 70 millones. ¿Cómo? Adquieren un enorme terreno y anuncian construir una torre. Hacen el pozo, abren cuentas bancarias múltiples y empiezan a vender con las oportunidades que otorga la oferta al departamento que se compra cuando está en pozo. Así venden cien veces la misma unidad, total jamás la van a entregar. Cuando recaudan lo suficiente, abandonan la construcción y dejan a todos en la vía. Le dijimos a Fariña cuando nos vimos cara a cara que siempre una gran estafa cuenta con la ambición desmedida del estafado. Cuando te hacen precios imposibles de pagar por lo baratos por un departamento VIP, o te ofrecen tasas de intereses por tu dinero que nadie te puede pagar, ahí estas frente a ese combo donde uno queda en la ruina y el otro sale feliz como los amigos del marido de Jelinek. Fariña sabe bien que juega a su favor la ambición de baratela de los que van a ser irremediablemente estafados. Muy joven aún para conocer las mañas de los delitos complejos. Ahora este Alfredo Gago ya forma parte del listado de sus enemigos íntimos. El contador Daniel Pérez Gadín es un hombre que representa a Enrique "Coty" Nosiglia en muchos negocios. A su nombre fueron puestos los campos adquiridos en Punta del Este en los cuales Fariña y un pequeño séquito de sus amigos se quedaron de una volteada con 10 millones de dólares. Los mató la ambición cuando no quisieron pagar impuestos por la suma escriturada (14 millones) sino por la suma real de la adquisición, que fue 4 millones. Pérez Gadín se pone denso y amenazante cuando nota que su apellido cobra notoriedad en los medios, y no de buena fama. Deja de concurrir al tenis club VIP que está en Av. San Juan casi en el bajo, a cuadras de Canal 13. Tiene miedo que lo filmen, y le tiembla el pulso sobre el piso de ladrillo. Los colombianos que aparecen en escena son los testaferros locales de quien fuera atrapado hace unos años en las cercanías de Alto Palermo. "Don Lucho" (Luis Agustín Caicedo Velandia). Este grupito de estafadores le blanqueaba dinero a Don Lucho, desde el edificio El Faro de Puerto Madero. A uno de ellos, Miguel Angel Lamparelli, Leo Fariña le vendió la Ferrari aunque dice no conocerlo cara a cara. Aunque sabe una historia en la que Lamparelli fue a ver a una dama en la zona Norte (Martínez) montado en la Ferrari, y cuando un motochorro lo fue a buscar al baño de la estación de servicio (¿matarlo? ¿robarlo?, no se sabe) el delincuente quedó tendido en el baño con un par de balazos en el cuerpo y quien iba a ser su víctima salió caminando mientras tras su paso asomaba un chorro de sangre que salía tras una puerta con el cartelito "Caballeros". Hay cien historias más, pero por ahora las dejamos en el tintero para no abrumarte. Sus socios y/o amigos ya se han convertido en enemigos íntimos. Y además decir en la intimidad filmada con una cámara oculta que su mentor Lázaro Báez es un "pelotudo",no le debe haber caído en gracia al sureño. La leyenda que la bóveda que construyó donde están los restos de Néstor Kirchner fuer algún tiempo una caja de seguridad y por eso la tremenda custodia del lugar, forma parte más de un mito urbano que de otra cosa. Pero no todo es mito ni exageración en el Planeta Fariña.

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