miércoles, 10 de julio de 2013

 

MartIN VEStiga

Días atrás me dispuse a distenderme del arduo trabajo realizado luego del cierre de listas y, sin imaginarlo, me encontré con una inesperada situación que, lógicamente, me llamó mucho la atención.
Sumido en los pensamientos más abstractos decidí dar rienda suelta al ocio y al esparcimiento. Por eso, mientras caminaba por la ciudad de las diagonales, pasé por un reconocido cine local y compré una entrada para ver una película hollywoodense de primera línea. Pochoclero como pocos, me dispuse a hacer la fila y soportar el crudo invierno de una noche de julio con tal de despejarme un poco. Es que el trabajo de recolectar información es bastante arduo. Pero uno no tiene descanso. Porque en medio de la espera noté a una acaramelada pareja que se encontraba adelante mío. Los tórtolos se agarraban de la mano y se besaban mientras esperaban para ingresar, como yo. La diferencia es que yo estaba solo.
En ese momento, la mujer se dio vuelta y reconocí a una famosa candidata a diputada por el bruerismo. La rubia intentó camuflarse entre la muchedumbre y, a pesar de levantar públicamente los estandartes peronistas, ni se inmutó cuando en la puerta del cine un indigente le solicitó ayuda. "Estos políticos no meten la mano en el bolsillo ni en el Polo Norte", se escuchó decir a un indignado que también estaba por entrar. No obstante la pareja feliz disfrutó del espectáculo como si fuesen dos adolescentes en el Día del Estudiante.

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