martes, 24 de septiembre de 2013

 

crisis ferroviaria

Como un cuento chino, la caótica crisis ferroviaria se evidenció ayer con dos realidades contrapuestas que evidencian los mundos paralelos que existen entre los miles de trabajadores bonaerenses y los funcionarios del gobierno nacional. Así, mientras Florencio Randazzo arrojaba cifras desde China y volvía a criticar a los sindicatos por cuanto problema tengan los trenes, una protesta de tercerizados paralizó durante largas horas el Ferrocarril Roca. Pero la problemática es una interminable cadena de responsabilidades ausentes y el conflicto se extendió de las vías a las calles: miles de personas debieron cambiar los precarios medios de transporte, colapsando el tránsito y volviendo un infierno el intercambio entre la Capital Federal y el conurbano bonaerense. Por tal motivo, la empresa a cargo del servicio, UGOFE Línea Roca, montó un operativo de emergencia con decenas de colectivos urbanos que cubrían el recorrido de Temperley, en provincia de Buenos Aires, a Constitución.
En su dimensión paralela y con un casco en su cabeza, Randazzo anunció a su vez la compra de nuevos vagones desde la ciudad de Qingdao. “Pudimos recorrer la planta y ver el proceso de construcción de los trenes que comenzarán a llegar a Argentina desde abril del año próximo; se empieza a materializar el sueño de volver a tener trenes nuevos en nuestro país”, dijo el polémico funcionario, una especie de turista perdido en la inmensidad asiática que, a las órdenes de Cristina Kirchner, decidió apostar a la fabricación china en vez de invertir en la reactivación de nuestra industria nacional para afrontar la crisis. "Esto salda una parte importante de deuda histórica con los usuarios del sistema ferroviario argentino", señaló luego Randazzo, sin enterarse de la situación que, al mismo momento, provocaba dolores de cabeza a miles de trabajadores argentinos. La deuda, de la cual son responsables, sigue impaga, aunque el gobierno K se esfuerce en culpar a los trabajadores, al frente de la máquina y en condiciones deplorables; o a quienes viajan como ganado, día a día, soportando la desidia del Estado.
  Mientras Randazzo hace negocios en China, saltan a la luz los infames negociados de su predecesor, Ricardo Jaime, quien cuando estuvo a cargo de la cartera de Transporte en la gestión kirchnerista avaló a su testaferro a cobrar comisiones por la compra de trenes a España. La operación tuvo lugar cuando Néstor Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero firmaron un acuerdo en 2005 por el cual España vendía material ferroviario en desuso y Argentina lo compraba, lo reparaba y con eso modernizaba la vetusta red ferroviaria urbana. En ese contexto, Manuel Vázquez, testaferro de Jaime y hoy condenado por estafas y cheques sin fondo, tenía una consultora que actuaba en como intermediaria los negocios. Pero ahora se descubrió que la consultora se quedaba con vueltos: comisiones que debían ir a las arcas del Estado, pero pasaron a engrosar los bolsillos de los funcionarios K. Cabe destacar que la compra de trenes a España fue realizada por unos 200 millones de euros y fue analizada por la Auditoría General de la Nación (AGN) que realizó en 2012 un lapidario informe sobre la operación. Allí se determinó que se pagaron sobreprecios millonarios y que el 44 por ciento del material comprado no sirve.

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