domingo, 15 de septiembre de 2013

 

el limbo de la Kristina

Luego de cuatro años, la presidente Cristina Fernández concedió una entrevista. Obviamente no lo hizo para un medio independiente, sino para la mal llamada TV pública (Canal 7, en realidad, ya funciona prácticamente como un órgano de propaganda del gobierno) y para algunos de medios paraestatales que funcionan con la millonaria pauta que le otorga el Estado para reproducir como una letanía el relato K. Asimismo, mientras se difundía la entrevista, la primer mandataria volvió a encabezar un acto público en Santa Cruz.

Ambos acontecimientos tuvieron un denominador en común: los ingentes esfuerzos de la primera mandataria para pintar un panorama que nada tiene que ver con la realidad del país. De sus declaraciones se desprenden que, según su óptica, estamos viviendo en una suerte de país escandinavo enclavado en el Cono Sur, sin indicadores de pobreza o indigencia, con trabajo abundante y con una inseguridad que brilla por su ausencia. Obviamente, esto solamente puede existir en la imaginación de algunas mentes afiebradas, embriagadas con las mieles del poder político. En ese sentido, una de las definiciones más llamativas de la presidenta fue insistir en que, supuestamente, mientras “el resto del mundo se cae a pedazos, la Argentina está creciendo a un 5,1 por ciento, cualquiera sea el índice con el que quieras medirlo. El nivel de consumo se ve: récord de autos usados, ventas de autos nuevos, argentinos que van al exterior, que son más de 7 millones”.
Realmente, habría que analizar cuál es la fuente de información de la presidenta. Si se basa en los números del INDEC, que insisten en que una persona puede comer por $6 diarios y no morirse desnutrida al poco tiempo, seguramente la primera mandataria pueda encontrar en esos indicadores algunos de las cifras–que ni siquiera pueden ser creídas por un niño de 5 años- que ella difundió en la entrevista.
Por otra parte, ayer, en un acto realizado en Río Gallegos, la primera mandataria lanzó otra frase que podría quedar en los anales de los libros de historia por lo absurdo: “La Argentina tiene la política de derechos humanos más importante y más reconocida en el mundo”. Lo que no dijo CFK es a qué se refiere cuan habla de derechos humanos. ¿Se referirá a meter presos a algunos octogenarios exdictadores, que no tienen ningún poder, por los crímenes que cometieron hace más de 35 años? Para el gobierno K, solamente se violaron los derechos humanos durante la dictadura, excluyendo –claro está- las áreas del gobierno de facto que contaron con la participación de algunos actuales funcionarios de primera línea del kirchnerismo: como la ministra Alicia Kirchner (fue directora de Asuntos Comunitarios del Ministerio de Asuntos Sociales de Santa Cruz, desde 1975 a 1983); el ministro de Trabajo, Carlos Tomada (fue director en Empresa Líneas Marítimas Argentinas -ELMA-, que estaba conducida por el hermano del siniestro Emilio Eduardo Massera), y el actual embajador argentino en Uruguay, Dante Dovena (fue Supervisor General del Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda en Santa Cruz en los años de plomo). A todos ellos se le suma Raúl Eugenio Zaffaroni, el ministro más kirchnerista de la Corte Suprema, que fue juez federal durante la dictadura y habría rechazado habeas corpus presentados por abogados de desaparecidos.
Asimismo, el término “derechos humanos” no alcanza a los chicos de 10 y 11 años que, a tan sólo 20 kilómetros de la Casa Rosada, duermen todos los días en la vereda de un comercio, a la intemperie, junto a los perros. Tampoco alcanza al 70% de los jubilados que, por culpa del despilfarro de la Anses, deben sobrevivir con un haber mínimo que los condena a la miseria, como así tampoco a las miles de víctimas de la inseguridad, que perdieron la vida en la última década mientras desde las más altas esferas del gobierno se consideró a este flagelo como “una sensación inventada por los medios”. La indefensión se traslada, prácticamente, a todos los ámbitos comos son los cientos de personas que todos los días pierden el empleo por culpa de la recesión, como así también las condiciones de insalubridad extrema que se viven en casi todos los hospitales públicos, a lo largo y ancho del país, que se caen a pedazos.
Seguramente, a todos los argentinos les gustaría vivir en el país que describe CFK, que surge a partir de una imaginación que envidiarían los productores y directores de Hollywood que se dedican a las películas de ciencia ficción.
 Otra vez la victimización
La primera mandataria ayer volvió a agitar los fantasmas “destituyentes”, que vienen siendo fabricados por la Casa Rosada en un claro intento de victimización, no queriendo así aceptar los resultados de las primarias de agosto y en momentos en que la derrota del kirchnerismo en octubre será aún peor.
"Un apriete no es una (un arma calibre) 45 en la cabeza, sino que armen una corrida financiera", lanzó la primera mandataria, sin hacer mención al hecho de que si los argentinos se siguen refugiando en el dólar es producto de que la política económica del gobierno genera cada vez mas desconfianza. De hecho, el peso se ha convertido en una de las monedas con menor poder de compra del continente, producto de la alocada emisión que hace el gobierno para sostener el gasto público improductivo y el enorme sistema clientelar que se montó en la última década para conseguir el voto fácil. Por ende, ante un peso que se desvaloriza día a día, cualquier ahorrista que debe resguardar su capital no tiene más alternativa que recurrir a monedas extranjeras
. Nadie, en su sano juicio, puede pensar que en la Argentina puede haber una interrupción institucional. Por el contrario, lo que hay que exigir es que la presidente intente arreglar en estos dos años que le quedan de mandato aunque sea una pequeña parte de todo lo que desarregló el kirchnerismo en la última década.

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