lunes, 23 de septiembre de 2013

 

la relatora de la inseguridad

En el intervalo de los partidos de fútbol que jugaron Boca y River, cuya televisación cuestan más de $1.000 millones por año (que salen de los impuestos que pagamos todos los argentinos), anoche se transmitió la segunda parte de la complaciente entrevista que le hizo un periodista que trabaja para el gobierno.
En esa ocasión, la primera mandataria se refirió a la inseguridad como si fuese una mera relatora de la realidad, quejándose “de los jueces que permiten que los delincuentes entren por una puerta y salgan por la otra”.   Pareciera que la presidente se olvidó que el kirchnerismo está hace más de 10 años en el poder y que durante todo ese tiempo su propio gobierno consideró a la “seguridad como sensación”, creada por los medios de comunicación.  La realidad -que es la única verdad- indica que el flagelo de la inseguridad creció exponencialmente durante la era K producto de las políticas sociales y económicas adoptadas por este gobierno.
  Lejos de hacer una autocrítica, la primera mandataria intentó responsabilizar a la Justicia por el crecimiento del delito. “No va a haber mejor seguridad si no hay mejor justicia”, sostuvo al defender la iniciativa oficial para la “democratización” del Poder Judicial. “El tema de la democratización de la Justicia, que puede sonar como un tema de politólogos, o de políticos, atraviesa transversalmente a la sociedad‘, subrayó la presidente en la entrevista grabada que transmitió anoche la Televisión Pública y Radio Nacional.
  Ahora bien, lo que parece olvidarse la presidente es que la enorme mayoría de los jueces y fiscales responden a su gobierno. Muchos  diarios han publicado páginas y páginas de cómo los padrinazgos políticos constituyen el factor más importante, muy por encima de la idoneidad y la honestidad, para que alguien pueda convertirse en funcionario judicial. No es casualidad, en ese sentido, que no haya ningún exfuncionarios K tras las rejas, pese a los escandalosos casos de corrupción denunciados en la última década. De hecho, la “mal llamada democratización de la Justicia” es un intento por terminar de socavar la poca independencia que queda en los tribunales, garantizando así que los funcionarios y los amigos del poder queden impunes.
 Esta nefasta iniciativa no puedo avanzar debido a que la Corte Suprema dio de baja el alocado proyecto que contemplaba elegir en elecciones a los integrantes del Consejo de la Magistratura. La idea era que el poder político tuviera un control casi total del organismo que se encarga de la designación de jueces y fiscales en la Argentina.
   Por otra parte, el punto más bizarro de la entrevista que se transmitió ayer se dio cuando, ante una consulta del periodista, la presidenta dijo que viviera en el siglo XIX le hubiera gustado seducir a Manuel Belgrano.
"Lo amo. Hubiera tratado de seducirlo en aquella época, era muy mujeriego", aseguró la primera mandataria, que recordó que "San Martín es el padre de la patria, pero Belgrano era abogado, economista y se hizo militar para defender la patria.
Era desobediente por naturaleza, y si no hubiera estado la batalla de Tucumán, de Salta, San Martín no hubiera podido cruzar Los Andes", aseguró.
Una lástima que Belgrano, que murió hace casi 200 años, no pueda defenderse. 
   La presidente Cristina Fernández afirmó ayer, durante la entrevista, que la 68º Asamblea General de las Naciones Unidas será “entre los buitres de la deuda y los halcones de la guerra". La mandataria además manifestó que "a los que llegan solos les va mal" y se refirió a la Ley de Medios, una de las normas "más discutidas y más debatidas" que haya visto.
Lo que no dijo CFK es que los más de 173 mil millones de dólares que se pagaron en esta última década, en concepto de vencimientos de deuda externa (que la propia Justicia argentina dictaminó que es ilegal e ilegítima), solamente beneficiaron a los buitres de la deuda que ella menciona. La única diferencia entre estos buitres y las aves de rapiña que están litigando contra la Argentina en Nueva York, es que estos últimos decidieron no entrar al canje. Si esos 173 mil millones se hubieran destinado a saldar la deuda interna, otra sería la historia del país ya que esos recursos hubiesen permitido poner a la Argentina en la senda del desarrollo.
 

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