jueves, 10 de octubre de 2013

 

Martin Vestiga y taxis mellizos

Suelo agarrar, de tanto en tanto, ese bendito diagonal 79 de la capital bonaerense, que durante doce cuadras de recorrido me muestra chicas rebosantes de juventud, comercios de todos los rubros y algún que otro hallazgo que a veces vale la pena destacar.
Esta vez, en las cercanías de un reconocido club que asocia a automovilistas en todo el país, decido tomarme un taxi.
El calor era espeso y las nubes se amontonaban en lo alto como presagiando otro vendaval.
-“Buen día”, saludé al conductor, antes de indicarle el destino.
-“Buenas tardes”, me respondió amable, como situándome en el momento de la jornada en que me encuentro.
Después de algunas cuadras y de varios temas tocados; cuando justo pasábamos frente al busto de Eva Perón de Plaza Moreno, donde se realizaba un acto con bandera partidarias, sobrevino la confesión/anécdota que todo el mundo espera de un hombre que pasa la mitad de su vida entre pasajeros y semáforos:  “Estos son los grandes sinvergüenzas…, pero en estos días se va a destapar la olla", me dice, así de la nada.
Le repregunto indagando más sobre el tema y casi ofuscado me asegura que “hay muchos taxis mellizos en La Plata” y que en esta movida tan típica de la picardía criolla encarnada en el poder político de turno, estaría metido la titular de APT (reconocida prestadora de servicios); mujer que ahora hace ostentación de dinero y que “en apariencia” también se desempeña en la dirección de Control Urbano municipal bajo la tarea de “controlar a los remises truchos”.
La fuente en cuestión, de nombre José Luis, me cita a otra fuente irrefutable para confirmar la veracidad de su relato:
“A mí me cuenta todo de primera mano el encargado de plotear los taxis de la ciudad: el tipo dice que hizo muchos con el mismo número de disco”.
Y antes de poner primera en un nuevo semáforo, vuelve sobre la mujer en cuestión, siempre sin nombrarla:  “La mina incrementó su flota de taxis y vende licencias a los precios que se les antoja…, llegó a vender una a casi 500 mil pesos”.
  Me quedo pensando en que el valor legal de la licencia es de no más de 150 mil pesos y que según la cara del “comprador” o eventual beneficiario, puede llegar hasta los 300 mil pesos –y también conseguirse a menos de 100 mil-.
  El conductor devenido en informante, antes de prometerme “otra entrega” de data con más detalles, ilustra:   “Mirá cómo será el tema: hay un grupo de facebook de taxistas en el que el comentario más recurrente suele ser:
  ´Anoche me crucé un móvil con mi mismo número de disco´”.
  Llego a destino, le pago dejando propina por la buena info brindada y me apresuro a agendar el número del buen hombre que me acaba de depositar en un reconocido club platense donde se come “de puta madre”.

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