sábado, 21 de diciembre de 2013

 

martin Vestiga y los empresarios intendenteriles

Este miércoles, recorriendo como siempre las calles de la ciudad, decidí tomar un descanso del tórrido mediodía debajo de los añosos árboles de la plaza Iraola, más conocida como la plaza de Tolosa, en 2 y 531. .
Mientras me deleitaba mirando cual niño los trenes y las antiguas casas que rodean la plaza, observé grandes movimientos sobre la calle 531 donde se encuentra el restaurant del Club Unión y Fuerza. Importantes y costosos vehículos estacionaban o dejaban allí a circunspectos señores que miraban hacia los costados antes de ingresar, en una imagen que me hizo pensar en la jabonería de Vieytes.
Adentro esperaba una gran mesa prolijamente preparada para más de 50 comensales. Sorprendido y con mi curiosidad en alza, me acerqué sigilosamente hasta quedar frente a los grandes ventanales que tiene por delante el local, mientras consultaba al “trapito” oficial del lugar.
“Maestro, ¿qué pasa acá? ¿Quién viene? “No sé, me dijo serio el veterano. “Pero creo que es una reunión de gente de acá, empresarios y dirigentes”. Fue ahí que decidí revisar mi billetera y, con los pocos pesos que tenía, decidí tomar asiento en una mesa para probar el menú local, ubicándome lo más cerca posible del sector donde poco a poco se iban acomodando conocidos señores de traje y otros de elegante sport.               Desde mi lugar pude divisar al menos a ex dirigentes radicales, peronistas, vecinalistas, hombres de la CGT y organizaciones intermedias junto a empresarios inmobiliarios y de la construcción. La mano venía movida.
    Las estrellas del almuerzo: un proyecto para la ciudad y un hombre para conducirlo. Me di cuenta también que los políticos allí presentes no juntaban ni cuatro votos en sus partidos y que, seguramente, esperaban subirse a un proyecto municipal de la mano de los empresarios presentes pero “sumando su vasta experiencia” y, obviamente, sin poner un peso.
     Ya cerca del café de despedida y después de haber tomado nota de todo lo que allí se dijo, se cruzó por mi cabeza la idea de que el verdadero impulsor de la movida no estaba allí presente.
    Como siempre cual titiritero fantasma desde sus oficinas de diagonal 80 dirigía los movimientos a control remoto para ver si puede contar con un “candidato potable para el 2015”, mantener su influencia y tener a mano, como siempre, a aquellos que podrían financiar generosamente una campaña en relación a sus propios intereses.

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