viernes, 24 de enero de 2014

 

un argentino en la final de australia

“Me enseñaron que siempre hay que tratar de ser el mejor y dar lo máximo.
Cuando empecé con el tenis me gustó, lo veía por la tele y decía ‘quiero ser Federer’”. Esta declaración puede ser común a miles de jóvenes en el mundo que aman el tenis. Pero la de Gustavo Fernández no es una historia más.
 Cuando todavía no había cumplido un año sufrió un infarto medular que
le provocó la parálisis de sus piernas y lo empujó a una vida diferente.
 Pero él se superó a si mismo. A los 6 años comenzó a jugar al tenis en silla de ruedas, y hoy, 14 años después, estará disputando la final del Abierto de Australia en tenis adaptado.                 Gustavo tiene una herencia deportiva de su padre, Gustavo Ismael "Lobito" Fernández, un base que supo lucirse y ganar títulos como base en la Liga Nacional de Básquet allá por la década del 90, y que comparte con su hermano mayor Juan Manuel, quien juega en la liga italiana y ya formó parte de la selección nacional.
 Nacido en la ciudad cordobesa de Río Tercero un 20 de enero de 1994, su discapacidad no le impidió desarrrollar una actividad deportiva. Él eligió el tenis adaptado, una disciplina poco conocida en el país.
Con 6 años, arrancó en una cancha de paddle junto al entrenador Ricardo Fresta, en Olavarría, ya que su padre estaba jugando allí. Tras un parate momentáneo, regreso a la práctica cuando tenía 11, ya en su ciudad natal.
 "Después de jugar el primer torneo de tenis adaptado me dí cuenta de que podía ser como mis ídolos y hacer una carrera como ellos. Después del primer torneo que llegué a la final hice un click y me dije: ´upa, puedo hacerlo´". Ahí fue el comienzo de este hincha de Boca, que además comparte la pasión del básquet con su familia.

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