lunes, 24 de febrero de 2014

 

el ajuste ya llego

Lamentablemente, todos los llamados de atención que hemos realizado durante los últimos meses en las páginas de nuestro diario, se están cumpliendo uno a uno. Los precios de los combustibles se dispararon, y la carrera alcista continuará en las próximas semanas (ver Nafta para pocos...). Lo mismo ocurrirá, más temprano que tarde, con la tarifas, más allá de que Cristina Kirchner y sus aplaudidores intenten disfrazar la medida diciendo que le reducirán los subsidios a los sectores socialmente más acomodados.
Obviamente, resulta un atentado a la razón que haya sectores de la población, que viven en un country, que pagan tarifas subsidiadas. Ahora bien, con sólo actualizar estas tarifas a valores reales, que debería haberse concretado hace mucho tiempo, de poco servirá a la hora de intentar encontrar soluciones de fondo a los graves problemas energéticos que existen en el país. La energía, en la Argentina, tenderá a hacer más cara porque no se han realizado las inversiones que se requieren en las áreas de generación, transporte y distribución de energía. En la última década de gobierno K, prácticamente no se han explorado ni explotado nuevos yacimientos, lo que llevó a que las reservas de hidrocarburos se vinieran en picada. De tal gravedad es la situación que el suministro de gas es insuficiente hasta en verano, por lo cual hay que recurrir a los busques gasíferos, lo que implica afrontar costos siderales que terminan desangrando las arcas del Estado. Durante una década, el kirchnerismo hizo la vista gorda con las empresas petroleras y energéticas. Tanto Néstor co-mo Cristina fueron socios de Repsol en el saqueo de nuestros recursos naturales, y por ello avalaron cada uno de los balances. Cuando la crisis se tornó extrema, quisieron hacer creer que ha-bían decidido recuperar YPF, cuando en realidad era un negociado infame. Una clara muestra de ello es que, como si se tratara de un premio, el gobierno K utilizará los impuestos que pagamos todos los ciudadanos para darle la friolera suma de 5000 millones de dólares a los españoles, cuando está comprobado que Repsol vació una petrolera que, hasta antes de la privatización, era una de las más importantes del continente. En definitiva, lo que se está poniendo de manifiesto, en estos días, es la verdadera matriz económica del kirchnerismo: el sector que más ganó desde 2003 a la fecha son los bancos. ¿Qué diferencia hay, entonces, con el neoliberalismo menemista? La única verdad es la realidad y esta indica que el gobierno K jamás apostó por un modelo productivo que le otorgue valor agregado a la economía y genere puestos de trabajo genuinos, lo que permitiría desterrar esa infamia que significa el clientelismo, dejando atrás el subdesarrollo que implica que tengamos un país cuya economía gira en torno a los servicios. En los últimos años, el Estado, en lugar de tener como prioridad el suministro de servicios para potenciar el aparato productivo y crear las condiciones para que haya inversiones estratégicas, tuvo como principal función la de convertirse en una suerte de “bolsa de trabajo”. Se crearon miles y miles de puestos de trabajo improductivo, en muchos casos ñoquis, en un intento burdo de disfrazar la desocupación real. Y todo esto se hizo a costa de una agobiante presión impositiva que puso en jaque a pequeñas y medianas empresas, como así también a los productores. El Estado se convirtió en un enorme elefante blanco hambriento, y ya no hay recursos para seguir alimentándolo.
Los desaguisados kirchneristas tuvieron otro efecto hacia el interior del Estado: se pulverizó la carrera administrativa que implicaba la posibilidad de que agentes de las distintas áreas pudiesen progresar en función de su esfuerzo y sacrificio, y de su capacitación. Se fueron perdiendo los cuadros técnicos capaces de desarrollar y poner en práctica distintas políticas de Estado, trascendiendo a los gobiernos de turno. El clientelismo, la proliferación de ñoquis y la estrategia de utilizar el Estado -que financiamos todos con nuestros impuestos- como “conchavo”, ha llevado a la situación de colapso en la que nos encontramos hoy: tanto el gobierno nacional como las distintas Provincias no cuentan con recursos para garantizar un salario digno a sus docentes y empleados público. El kirchnerismo ni siquiera está en condiciones de poder habilitar aumentos de salario que, aunque sea, reparen la pérdida del poder adquisitivo ocasionada por la inflación generada por sus constantes errores y horrores en materia económica. En ese contexto, se le plantea un enorme desafío al movimiento obrero ya que su responsabilidad no debería quedar circunscripta solamente a exigir una mejora salarial para sus representados. Debe plantear, además, medidas superadoras, buscar consensos con sectores empresarios y políticos no oficialistas para que, en el corto y mediano plazo, se instrumente otro tipo de plan económico que apueste a la producción y al mercado interno. La mera discusión por la distribución de lo que escasea, llevará a un camino sin salida. Por eso, el desafío pasa por producir más y, de esa forma, agrandar una torta de recursos que se viene achicando desde años.
   En momentos en que el sector productivo se encuentra con la soga al cuello, el kirchnerismo sigue mirando otra película, que nada tiene que ver con la realidad. Ayer, el polítólogo Ernesto Laclau, considerado referente intelectual del kirchnerismo, volvió a opinar sobre la postura que debería tomar el Gobierno con el sector agropecuario y consideró: "Las retenciones al campo deberían ser más altas". Adoptar una medida de este tipo podría constituir la estocada final para miles de pequeños y medianos productores. Desde Londres, en una entrevista radial, el intelectual consideró: "Lo que va a tener que encararse en el futuro es la diversificación de la estructura productiva. Argentina no puede depender del campo". Lo que no dijo es que, en la última década, el gobierno K hizo todo lo contrario. No por casualidad los bancos, la especulación, es el sector que más ganancias obtiene Días atrás, el académico había manifestado su apoyo a la recreación de la Junta Nacional de Granos (JNG). "Para asegurar esta etapa de la contienda de ideas, el Gobierno debe animarse a dar pasos audaces. Creo que la creación de la JNG sería una buena medida", había manifestado. Consultado sobre la sucesión presidencial en 2015, el académico eludió dar una definición. "No puedo decir si Scioli es el sucesor de Cristina Kirchner porque soy londinense", respondió.

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