viernes, 4 de septiembre de 2015

 

La salud publica en coma

No estamos dispuestos a dar un paso atrás con las conquistas alcanzadas, porque pretendemos continuar sumando objetivos en pos de una salud popular, equitativa y de calidad, como la pensó y soñó Ramón Carrillo, el ministro de Salud de Juan Domingo Perón”. La frase fue pronunciada, el mes pasado, por el titular de la cartera sanitaria de la Provincia, Alejandro Collia, fundador de la corriente Ramón Carrillo a la que define como “el sciolismo sanitarista”.
La realidad es que si Carrillo, el ministro de Salud de los primeros gobiernos peronistas –en cuya gestión se erradicaron numerosas enfermedades de la pobreza y se construyeron más de 350 hospitales, centros de salud e institutos médicos- se levantara de su tumba, y viera el estado deplorable en el que se encuentran los hospitales de La Plata, estallaría de ira.
Cualquiera puede recorrer los hospitales y constatar , fehacientemente, la aguda crisis edilicia y la alarmante falta de insumos. La labor de este “sciolismo sanitarista” está dejando hospitales cayéndose a pedazos, con áreas que ya no pueden ser utilizadas por falta de mantenimiento y con pacientes que se quedan a dormir en las salas de espera para conseguir un turno.
Al analizar la forma en la que se administran los recursos, aparecen algunas de las razones que explican esta crisis. Concretamente, según lo informado por la Contaduría General de Provincia, el año pasado no se ejecutaron $ 440 millones contemplados en el presupuesto del Ministerio de Salud que, se sospecha, se habrían destinado a fines que nada tienen que ver con las necesidades sanitarias. Con ese dinero se podría haber solucionado varios de los problemas edilicios.
Una de las situaciones más alarmantes se da con el Programa Materno Infantil, que el año pasado tenía un presupuesto asignado de $ 248 millones, de los cuales quedaron sin ejecutarse o se desviaron unos $ 125 millones. Algo similar sucede con el Sistema de Atención Médica Organizada (S.A.M.O.), cuya misión es proporcionar servicios integrados de medicina preventiva y asistencial. Al SAMO, en 2014, se le asignó un presupuesto de $464 millones, de los cuales se derivaron a otros fines unos $ 108,5 millones.
Una mención especial se merece la situación del CUCAIBA (Centro Único de Ablación e Implante), organismo que tiene la función de fomentar la procuración de órganos y tejidos, de-sarrollando servicios de trasplante en hospitales públicos. Del total de presupuesto del CUCAIBA, quedó un saldo sin ejecutar de casi $ 8,5 millones.
Hace algunas décadas, los hospitales bonaerenses, tanto por su grado de complejidad como por el accionar de su personal médico y no médico, eran de los mejores de Latinoamérica, siendo motivo de copia para los países de la región, que veían en el mismo el modelo a seguir para el crecimiento de las comunidades.
La realidad del siglo XXI es distinta, con paredes y techos que se caen, humedad que complica a la salud de los pacientes internados, vidrios rotos e infraestructura en mal estado que hacen que ante cada lluvia las instalaciones se inunden, basura acumulada de semanas en las proximidades de los lugares de internación, instalaciones eléctricas en mal estado al aire libre, entre otras situacionesque se puede constatar con una simple recorrida por los nosocomios.
Distintos especialistas señalan que la Provincia tiene el triste privilegio de tener el presupuesto de Salud más bajo del país, que es del 6,7% de su presupuesto general, unos 15.000 millones de pesos, lo mismo que la ciudad de Buenos Aires, pero con más del doble de establecimientos, tres veces más de ingresos hospitalarios, cuatro veces más de población y cinco veces más de población con necesidades básicas insatisfechas.
Hay una historia que se repite en todos los hospitales de La Plata y de la provincia de Buenos Aires, y es el ver a cientos de personas peregrinar todos los días desde tempranas horas de la madrugada para intentar conseguir un turno para que un profesional de la salud los atienda por sus dolencias.
La queja habitual  de los pacientes es por  los pocos turnos que se dan desde las distintas áreas, que lleva a que haya un abarrotamiento muy grande de pacientes jornada tras jornada.


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