domingo, 3 de enero de 2016

 

Quilmes, no es cambiemos

El no venir del mundo tradicional de la política, le valió al recientemente elegido intendente de Quilmes, el mediático cocinero Martiniano Molina, cometer errores en el comienzo de su gestión que suscitaron múltiples críticas que amenazan el paso calmo de su gobierno.
Al contrario de lo que sucede a nivel nacional y provincial, en la alcaldía quilmeña el radicalismo ha adquirido un fuerte poder, con múltiples cargos que han despertado la polémica en la ciudad, principalmente el puesto de Secretario de Gobierno, que detenta Fernando Pérez, que se desempeña a la vez como diputado provincial, en un doble cargo que es reprochado por propios y extraños.
A pesar de que Pérez dice trabajar Ad honorem en el cargo municipal, la realidad indica que las fuerzas opositoras sostienen que el dirigente radical estaría violando la nueva Ley de Ministerios que él mismo ayudó a convalidar con su voto en la Legislatura bonaerense, que prohíbe explícitamente que cualquier integrante del Poder Legislativo tenga un cargo ejecutivo al mismo tiempo.
Una de las acusaciones que le hacen a Molina es el de estar sosteniendo con trascendental cargo a un “ñoqui” que no cumpliría en forma total con ninguna de las dos funciones, representando de esa manera un peso político muy importante para la comuna y la novel administración del chef.
Al revés del republicanismo que dicen sostener en su discurso, el PRO y la UCR quilmeños, con Molina y Pérez a la cabeza, estarían borrando con el codo lo que escribieron con la mano, rompiendo con una de sus promesas de campaña que era respetar las leyes y las instituciones, cayendo en los mismos vicios que convirtieron al ex intendente Francisco “Barba” Gutiérrez en uno de los políticos con peor imagen ante la sociedad.



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