lunes, 14 de marzo de 2016

 

CONTRA LA GESTION DE DILMA


Las movilizaciones en las principales capitales brasileñas, pero con epicentro en Río de Janeiro, San Pablo y Brasilia, habrían alcanzado ayer la cifra del millón, como señalaban algunos medios periodísticos. En San Pablo, según mediciones de Datafolha se llegó a los 450.000 a las 16 horas, y de acuerdo con esa consultora fue mayor aun que la de marzo del año pasado. En Río de Janeiro el cálculo ascendió a 80.000 en Copacabana. Y en Brasilia la policía militar calculó en 100 mil los participantes de la marcha que se realizó frente al Congreso federal. En Belo Horizonte, también según informes policiales, marcharon 30.000 personas.
Anoche, Dilma se reunió con sus ministros más próximos para evaluar el impacto de las manifestaciones.
Claro que no es tan fácil mensurar cuánta gente protestó contra el gobierno de Dilma Rousseff. Pero lo quedó claro, y en forma contundente, es que los movimientos contra la corrupción y por la renuncia de Dilma conquistaron la calle. Y lo hicieron frente a un oficialismo que todavía deberá probar si tiene capacidad para mover una fuerza de tamaño equivalente en las manifestaciones a favor programadas para el 18 de marzo.
Las “paseatas” también le pusieron un límite al mundo político opositor. Ayer, en San Pablo,
se habían acercado a la concentración en la avenida Paulista el gobernador Geraldo Alckmin y el presidente del Partido Socialdemócrata, el senador Aécio Neves. Invitados a hablar desde uno de los palcos, fueron silbados y hostilizados por la gente a los gritos de: “Fuera Aécio”; “Fuera Alckmin”.
En una conferencia previa concedida por el mandatario paulista al mediodía, en el Palacio Bandeirantes, éste había defendido: “Es indispensable dar vuelta la página. Precisamos una solución rápida para retomar el crecimiento”. Neves había dicho antes de viajar a la capital paulista que Brasil solo tiene tres caminos: “El impeachment, la anulación de las elecciones de octubre de 2014 o la renuncia de Rousseff”. Sostuvo también ante la prensa que esa es la única forma de que “Brasil vuelva a soñar con un futuro mejor”.
Tampoco se salvó del repudio la senadora Marta Suplicy, quien salió del PT hace dos años para afiliarse al Partido del Movimiento Democrático (PMDB). Ella estaba frente a la sede la FIESP (industriales paulistas) y tuvo que refugiarse allí, con la ayuda de la policía militar, para huir de los insultos. Le gritaban “Vira Saco”, que traducido al español significa: “Traidora” o también “Oportunista”.
Los dirigentes partidarios debieron dejar rápido la manifestación para evitar que continuara el “escrache”. Como señaló un analista político, Massimo di Felice, en una entrevista al diario O Globo, “hay partidos políticos que intentan monopolizar a la población y direccionarla. Pero en el ámbito de las redes sociales no se consigue manipular voluntades ni las agendas de las manifestaciones”.
En Brasilia y en Río de Janeiro se vivieron situaciones casi idénticas. En esta última ciudad, quienes participaban de las marchas vocearon: “Sin partido!” para impedir que legisladores federales subieran a los palcos para discursear. A diferencias de otras movilizaciones, en estas hubo una demanda dominate: el fin de la corrupción.
Y tal vez por eso mismo el único “héroe” aceptado como tal fue el juez Sergio Moro, reivindicado por quienes creen que el magistrado actuó para revelar la verdadera dimensión de la corruptela política de Brasil.
Moro no dejó pasar el momento y resolvió “expresarse” a través de un comunicado. En él sostuvo: “Lo importante es que las autoridades electas y los partidos escuchen las voces de las calles”.
Y añadió: “No hay futuro con la corrupción sistémica que destruye nuestra democracia, nuestro bienestar económico y nuestra dignidad”. En su ciudad, Curitiba (capital del estado de Paraná), hubo alrededor de 100 mil manifestantes.
Es que a la dirigencia política brasileña le cuesta evitar el pantano. La mayor parte de los líderes, incluidas las principales figuras de la oposición, tuvieron alguna “mención” entre los delatores del caso Petrobras. Ayer, la revista Istoé, que tuvo en sus manos el texto del arrepentido senador Delcídio Amaral, sostuvo que el vicepresidente brasileño Michel Temer era el “padrino” de un ex director de Petrobras, preso por las coimas.
El sábado, Temer fue reelecto como presidente de su agrupación, el PMDB, y se postuló a sí mismo como factor de “unidad nacional”. Otro de los citados por Delcídio es el senador Neves, a quien ayer no dejaron hablar en la manifestación de la Paulista.
En medio de citas de “fin del ciclo” tras más de 13 años del PT en el poder, los manifestantes se quejaron por el derrumbe de la economía y por los escabrosos hallazgos de la investigación en Petrobras.

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