martes, 29 de julio de 2008

 

lagartijas


Son tan argentinas como el tango y estan en peligro de extincion
Lagartijas al rescate Intentan salvarlas para conservar las dunas Tienen un solo lugar en el mundo: la costa atlántica bonaerense. Pero el avance de los proyectos inmobiliarios, la extracción de arena y la proliferación de camionetas 4x4 que invaden su hábitat natural, las pusieron entre la espada y la pared.
Un equipo de científicos platenses inició acciones para preservar a estos ejemplares y proteger a los médanos Escurridiza y dueña de una coloración que la ayuda a confundirse con los terrenos por los que se mueve, la lagartija de los médanos (liolaemus multimaculatus) posee una particularidad que debería inspirar afecto: por tratarse de una especie endémica de las dunas bonaereses, sólo se la puede hallar en nuestro país. Podría decirse que es tan argentina como el tango.
Su habilidad para enterrarse, su reducido tamaño -apenas 8 centímetros con cola y todo- y la forma en que se desplaza sobre las arenas calientes dejan ver, a los científicos, su relación evolutiva con los médanos de nuestras costas.
Pero es precisamente ese vínculo el que la empujó hacia el grupo que ninguna de las especies quisiera integrar: el de las que están en peligro de extinción. Para colmo de males, la extracción de arena, el avance de las construcciones -el sur gesellino constituye un claro ejemplo de ello- la incorporación de flora exótica y el constante paso de cuatriciclos, motos y camionetas todo terreno, continúan reduciendo su hábitat para llevarlas al abismo. Y esta es la gran preocupación de un grupo de científicos platenses.
“Salvar a las lagartijas para proteger a las dunas que se extienden desde la bahía Samborombón hacia el sur de la Provincia”. A eso apunta el trabajo que viene desarrollando el equipo que encabezan Jorge Williams y Federico Kacoliris, pertenecientes a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Con trabajos de campo que se centralizan en la región de Mar Chiquita y base operativa en el subsuelo del Museo de Ciencias Naturales ubicado en el Bosque platense, el equipo sigue adelante con su cruzada.
La presencia de estos pequeños reptiles, y esto lo saben bien aquellos que hoy peinan canas, era habitual en las playas de San Clemente, Mar de Ajó y Cariló. Pero la urbanización y el consecuente cambio de la fisonomía costera hicieron que se retiraran hacia otros sectores en los que sí pueden pelear mano a mano contra sus enemigos naturales: los insectos que componen su dieta y las aves, zorros y otros animales que están en los escalones más altos de la cadena alimentaria y de los que, obviamente, trata de huir. Hoy en día resulta difícil hallarlas en aquellos lugares en los que abundaban hace algunas décadas.
Los investigadores hicieron notar que estas lagartijas son una especie indicadora. Es decir, reflejan el estado del ecosistema en el que habitan y “son las primeras en desaparecer frente a los grandes disturbios”.
Es por eso que tanto la localización como el estudio de las poblaciones silvestres, ayudará a identificar las áreas que piden a gritos acciones de conservación para las dunas costeras. La conclusión se cae de madura: “Esto evitará la extinción de la lagartija y ayudará a preservar los médanos”.
“La idea del proyecto es usar a la lagartija como ícono de las dunas”, dicen Kacoliris y Williams prácticamente a coro. Pero saben que su empresa no es sencilla, ya que pretender que se frene la construcción o que se restrinja el uso de vehículos areneros, iría contra los intereses de los municipios que tienen en el turismo su principal fuente de ingresos.
El turismo ya no es como era entonces. De hecho, la multiplicación de vehículos 4x4 -no es que cualquiera pueda tenerlos, pero en verdad abundan- convirtieron en playas de “fácil” acceso a sectores que estaban reservados para la aventura. Alcanza con recorrer en verano el estupendo paisaje que une a Gesell con el faro Querandí para constatarlo de modo fehaciente e inequívoco.
“No es mucho lo que se sabe de esta especie. Sin ir más lejos, pudimos observar ejemplares pero no hallamos ni un solo nido”, dijo Williams al ser consultado por Hoy.
El estudio comenzó hace poco más de tres años e incluye a otros habitantes de la costa, como anfibios, reptiles e insectos. Se complementa con las campañas de difusión que estos académicos realizan tanto en congresos científicos como en instituciones escolares. “Hay que explicar que las poblaciones son reducidas, sobre todo en los sectores que sufren el mayor impacto”, dijeron.
“También es importante alertar que las plantaciones de pinos y eucaliptos alteraron las particularidades del suelo” y eso contribuyó al éxodo de las lagartijas hacia áreas más propicias para su propia subsistencia.
“¿Cómo se soluciona todo esto?” pregunta Williams con prédica docente. Y él mismo se responde mientras recorre un laboratorio en el que abundan las serpientes en alcohol: “Con la creación de áreas protegidas, con la imposición de límites a la libre circulación de los vehículos todo terreno y con una buena campaña de concientización”.
Las lagartijas y las dunas estarán agradecidas, la enorme maquinaria que se mueve detrás del turismo y el mercado inmobiliario, seguramente no

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