jueves, 23 de abril de 2009

 

no lo sabia

"El saber no se obtiene por azar. Hay que buscarlo con afán y alimentarlo con diligencia". -Abigail Adams-

"Quien se fue a Sevilla, perdió la silla"
En el habla coloquial, este modismo acostumbra a decirse para responder a quien ha dejado vacante un cargo, plaza o sitio voluntariamente y, cuando vuelve para recuperarlo tras su ausencia, lo encuentra ocupado.

En general, advierte sobre la posibilidad de perder algunos privilegios si se abandona el lugar en que se disfrutan.

No ocurre con todos los dichos, pero éste que presentamos como el primero de una larga serie parece ser que tiene su origen en un hecho histórico, narrado por don Diego Enríquez del Castillo en su "Crónica del rey Enrique IV", caps. 26 y 54.

Tal autor nos dice que, en tiempos de Enrique IV de Trastámara (1454-1474), le fue concedido el arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino de don Alonso de Fonseca, Alonso de Fonseca y Ulloa (1418-1473), arzobispo de Sevilla.

Según parece, el sobrino del arzobispo sevillano, también llamado Alonso de Fonseca (m. 1512), era un joven poltrón, ambicioso y déspota, razones estas dieron lugar a que muchos nobles del reino de Galicia se decantasen a favor de otorgarle la sede al conde de Trastámara y plantaran cara a la elección de Fonseca, protagonizando continuas revueltas.

Esas circunstancias hicieron creer, no sin razón, al electo que su toma de posesión iba a serle de gran dificultad, y, con miras a la pacificación del arzobispado que le había sido concedido, el sobrino se decide por pedirle ayuda a su tío, a lo que don Alonso accede.

Así las cosas, don Alonso convino en que iría a Santiago a luchar contra el pretendiente y a restablecer la paz en Galicia, y que, mientras tanto, se quedase su sobrino a cargo del arzobispado de Sevilla.

Don Alonso de Fonseca logró pacificar la revuelta archidiócesis de Santiago, pero cuando trató de volver a Sevilla a deshacer el trueque con su sobrino, éste se negó a dejar la silla hispalense.

Para que desistiera de su resolución y volviese de nuevo a Santiago, se hizo necesario no sólo un mandamiento del Papa, sino que interviniese incluso el mismo rey Enrique, y que algunos partidarios del sobrino, considerados como sus instigadores, fuesen ahorcados después de un breve proceso.

Andar o estar hecho un azacán"
Significa estar muy ocupado en diversos trabajos.

El término azacán deriva de una voz árabe que significa aguador, y como estos suelen estar muy afanados, de aquí se aplicó su nombre para expresar una persona que está muy cargada de negocios, y que estos lo tienen continuamente ocupado.

"Arder el hacha"
Significa que se va a organizar algo ruidoso, insólito y violento.

Cuando los leñadores trabajan enérgicamente en el corte de árboles se calienta el hacha como si estuviera ardiendo.

"Armarse un tiberio"
Significa cualquier situación de alboroto, desorden o ruidosa pendencia.

Claudio Tiberio fue el segundo emperador romano, hijo de Tiberio Nerón y de Livia, después esposa de Augusto.

A la muerte de Augusto se apoderó del Imperio, al que gobernó con acierto en sus comienzos.

Tras el fallecimiento de su hijo adoptivo, Germánico, se convirtió en un déspota cruel y despiadado y sus desmanes sembraron el terror y la confusión en toda Roma.

De la infausta memoria de aquellos días procede esta expresión.

"Doctores tiene la Santa Madre Iglesia"
Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que lo sabrán responder.

Con esta frase eludimos la respuesta a una cuestión que ofrece dificultad.

Procede esta expresión del Catecismo del Padre Astete, que dice:

“-Además del Credo y los Artículos, ¿creéis otras cosas?

-Sí, padre; todo lo que cree y enseña la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica, Romana.

-¿Qué cosas son estas?

-Esto no me lo preguntéis a mi que soy ignorante: Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder".

"Hasta que San Juan baje el dedo"
Según Sbarbi en su obra Gran Diccionario de Refranes, esta locución familiar se suele usar para ponderar un plazo ilimitado.

Parece tener su origen en la actitud en que suelen representar los escultores a San Juan, con el dedo índice de la mano derecha levantado, como en ademán de señalar a la Virgen María el lugar donde debe encontrar a Jesús, yendo camino del Calvario.

"Hay moros en la costa"
Expresión que denota cautela ante un hecho peligroso.

Proviene de la frecuencia con que los moros, durante mucho tiempo, hicieron incursiones por las costas de Levante, apoderándose de gentes, ganado y cuanto les venía a la mano.

¡Hay moros en la costa! era el grito con el que las gentes del litoral se prevenían de aquel peligro, armándose para resistirlos si lo permitía el número de los enemigos o retirándose hacia el interior si éstos eran numerosos.


Gracias ---> ANA--> alias----> Rubia

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Comentarios:
Esos gaturros!!!!!!!!uno mas lindo que el otro,besitos amigo Pincha.-
 
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