miércoles, 24 de marzo de 2010

 

el peor genocida

Se cumple hoy un nuevo aniversario del nefasto golpe de Estado de 1976, que no solamente dio lugar a la dictadura más sangrienta en la historia de nuestro país y a la desaparición de una generación, sino también a la aplicación de un plan económico que lamentablemente aún tiene vigencia y que provoca, 34 años después, que 25 niños por día mueran por hambre en Argentina. Y que haya más del 40% de la población por debajo de la línea de la pobreza.

Siempre resulta necesario tener memoria, no sólo para no repetir los errores del pasado, sino también para encarar los desafíos del presente. Y para ello también se debe buscar que los principales responsables de la tragedia económica y social que tuvo la Argentina, con Alfredo Martínez de Hoz a la cabeza, también paguen con cárcel los daños causados al país.

En ese sentido, muy ilustrativos resultan algunos fragmentos de la Carta abierta a la Junta Militar, escrita por Rodolfo Walsh el 24 de marzo de 1977, un día antes de morir en un operativo ordenado por la dictadura para capturarlo. Walsh afirmó:

“En la política económica de este gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”

“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.”

“Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia, en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la racionalización”.

“Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe”.

“Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar el país, han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en sólo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia”.

“Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la US Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete”.

“El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el festín de los corruptos”.

“Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional”.

Buscan anular el indulto al “jefe civil” de la dictadura

La secretaría de Derechos Humanos presentó un pedido de pronto despacho a la Corte Suprema de Justicia para que se pronuncie acerca de la inconstitucionalidad del indulto al ex ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, a quien llamó “jefe civil de la dictadura terrorista”.

“Resulta inexplicable la demora judicial en el caso Martínez de Hoz, teniendo en cuenta que la Corte ya se ha pronunciado en otros casos similares en materia de indultos”, se informó mediante un comunicado de prensa. Y agregó que “hay delitos de lesa humanidad, imputados al superministro del terrorismo de Estado, cuya investigación no puede prosperar por la tardanza en resolver de la Corte”.

Martínez de Hoz impulsó una serie de medidas que dio lugar a la denominada “época de la plata dulce” que, junto con el endeudamiento externo, trajo grandes beneficios a los grandes grupos económicos. Estos contraían una deuda en el exterior a una tasa baja y luego invertían en Argentina, donde había una muy alta: con la ganancia obtenida localmente abonaban la deuda externa y obtenían una gran diferencia a su favor.

El eslogan de la dictadura era por demás elocuente: “Achicar el Estado es agrandar la Nación”. Así se favoreció la especulación, la bicicleta financiera, y se destruyó el aparato productivo, provocando la desaparición de miles de industrias nacionales, lo que provocó un emprobrecimiento generalizado de la población. Esta política neoliberal se mantuvo, y fue profundizada a su máxima expresión por el menemismo.

A Martínez de Hoz lo indultó en 1990 el entonces presidente peronista Carlos Menem, que también benefició, entre otros, a los ex dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Agosti, y los ex jefes de la guerrilla Montoneros Mario Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Raúl Perdía.

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