domingo, 22 de agosto de 2010

 

que pueta



No pasaba mucho tiempo endespués que me casé,



por cierto muy namorada del mentado Misael,



cuando empecé a sentir cosas, que me hacían dar traspiés.



Un cosquilleo en la panza, y un ardor en los dos pies,



la cabeza daba vueltas, y un extraño no sé qué,



como un presentimiento como un susto o al revés,



no sabría bien decir lo que me pasaba o qué.



Después de mucho pensar, empiezo a dar con el qué,



Que Misael no el mismo, no conozco quién es quién.



Ya no me trae florcitas, ya no me besa en la nuque ni me acaricia los pies.



No le gusta mi comida y habla mal de mí, lo sé,



me hace comparaciones con cuánta vieja conoce,



me dice cosas muy feas y nada me reconoce.



Llega tarde por la noche, con excusas de trabajo,



oliendo a perfumes raros, y falto de plata también.



¡Yo lo veo tan misterioso! Dice cosas tan extrañas y las hace al mismo tiempo.



Si le digo lo que siento, cambia todo en un momento,



con una chicha de loco y un carácter de ciempiés.



Me dice que estoy jodida, que la mente se me fue,



que es por la falta de oficio y por ver mucha tv.



Que deje de imaginarme, y busque algo que hacer.



Como si yo fuera una vaga, como si yo fuera un tonta,



me paso los días sola pensando qué que es la cosa.



Mis amigas y vecinas me dicen que abra los ojos:



que Misael juega de vivo y anda feliz con otra.



Lo han visto en el salón de baile, en la cantina de Chamuco,



y hasta un taxi le ha pagado, pa llevarla a un hotelucho.



Y yo pasando miserias, no alcanza lo que me pasa para sacar los mandados



y poder llenar la panza. Los zapatos se me caen de puro rotos que están,



y hasta los calzones de tanto llevar jabón ya perdieron el color.



Si digo algo me grita, me da como mil excusas,



repite que yo veo cosas y ando en cuentos de vecinas.



Al final de la revuelta sigo quedando en la duda,



de si yo seré la mala y él será la pobre víctima.



Después de mucho pensar de dar vueltas a la cosa,



voy cayendo en la cuenta de que no soy tan babosa.



De que aquella adivinanza del aguacate y la semilla,



es como me está pasando:



lo tengo frente a mis ojos y lo que estoy haciendo es negando.



Un día de tantos cualquiera recupero mi dignidad,



recojo todos mis chuiquillas y me largo de la vecindad.



Allá lo que él haga, total ya no es cosa mía,



pues ahora yo soy libre me libré de la pesadilla.



A empezar una nueva vida, y hacer las cosas muy bien,



que se hundan los marranos y las marranas también.



Y cómo una amiga puso en el libro de recuerdos que tenía yo en la escuela hace un montón de tiempo:



“Hoy mismo quemé el retrato, veinte cartas y un colocho, me envenenó con bizcocho y se acabó este zancocho.”

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