sábado, 20 de noviembre de 2010

 

dia de la soberania





Sucede a menudo. A la vista de nuevos contextos políticos, ciertos acontecimientos del pasado cobran de pronto una significancia especial. Tal es el caso de la Batalla de la Vuelta de Obligado, para algunos la epopeya más oculta de la historia oficial; para otros, un episodio que no tuvo mayor trascendencia; para todos los argentinos, el motivo del próximo feriado nacional que acaba de decretar el gobierno en homenaje al Día de la Soberanía.

¿Pero qué ocurrió exactamente el 20 de noviembre de 1845? En principio, algo que ningún historiador pone en duda: una pequeña fuerza de patriotas, compuesta en su mayoría por vecinos sin experiencia militar, le opuso en el norte de la Provincia de Buenos Aires una resistencia heroica al avance de una flota de guerra enviada por las dos potencias mundiales de entonces, Inglaterra y Francia.


Para la Confederación Argentina, gobernada por Juan Manuel de Rosas, el resultado de aquel enfrentamiento fue una derrota militar, pero un triunfo estratégico. Su peso en el devenir de la historia de nuestro país es sin embargo motivo de una discusión que por estos días vuelve a cobrar protagonismo. Mientras que algunos historiadores consideran aquella batalla como un símbolo de la defensa de la soberanía nacional; otros ponen énfasis en la escasa relevancia histórica que habría llegado a tener.


Lo cierto es que el conflicto que derivó en Vuelta de Obligado -un recodo del Río Paraná próximo a la ciudad de San Pedro- "tiene una relación directa con lo que estaba ocurriendo por esos años en el Río de La Plata: el antagonismo entre unitarios y federales terminó por extenderse a la Banda Oriental", explica el historiador platense Bernardo Keuten.


"Para evitar una caída a manos de fuerzas uruguayas afines a Rosas, Montevideo -que daba asilo político a unitarios argentinos- encontró apoyo en la flota anglofrancesa. Y ésta puso un bloqueo sobre el puerto de Buenos Aires e intento remontar el Río Paraná", resume el historiador Fernando Barba.


¿Qué hacían allí buques de guerra británicos y franceses? Lo mismo que en otros lugares del mundo en ese mismo momento: "proteger sus intereses comerciales en las plazas más importantes", dice Barba al señalar el trasfondo de la batalla de Obligado.


GOLIAT Y DAVID

Enterado de las intenciones de la flota anglofrancesa de aprovechar las circunstancias para remontar el Paraná, Rosas dispuso plantarle resistencia. Y el lugar que escogió para ello fue un recodo cercano a San Pedro, cuyas ventajas estratégicas ya habían sido advertidas décadas antes. Dada la angostura del río en ese punto, las altas barrancas que ofrecía para emplazar baterías, y una curva pronunciada que entorpecía la navegación, la Vuelta de Obligado era un paraje ideal.


En agosto de 1845, el general Lucio Norberto Mansilla recibió instrucciones para construir allí baterías artilladas. Documentos de la época muestran su pedido al juez de Paz de San Pedro para que le informe de la disponibilidad de hombres de entre 15 y 70 años entre su población a fin de reclutarlos para la batalla.


"La diferencia entre una fuerza militar y la otra era abismal -menciona Keuten-: de un lado estaban las dos potencias que dominaban el mundo en ese momento, Inglaterra y Francia, con una veintena de naves de guerra fuertemente artilladas; del otro, unas pocas baterías compuestas en gran parte por milicianos que no sólo contaban en total con menos cañones que los de un sólo buque enemigo, sino que éstos eran en general de un calibre inferior".


Si bien resulta difícil determinarlo con exactitud, se calcula que mientras que las fuerzas de la Confederación Argentina consistían en 1 buque de guerra, 40 cañones y unos 2 mil hombres; la flota invasora estaba compuesta por 22 buques de guerra, unos 418 cañones y cerca de 880 marinos entrenados.


Pero esa fuerza, aclara el historiador Claudio Panella, director del Archivo Histórico de la Provincia, era sólo la cabeza de la flota, que se encontraba integrada además "por un centenar de barcos mercantes con productos manufacturados para vender". En otras palabras, "el avance militar estaba subordinado a los intereses comerciales de ambas potencias", dice.


TERMOPILAS CRIOLLA

Para frenar el paso de la escuadra invasora, el general Mansilla hizo tender líneas de cadenas de costa a costa sobre 24 lanchones. Y dispuso cuatro baterías en lo alto de las barrancas de la margen oeste del río, donde había además unos dos mil hombres, en gran parte gauchos asignados al Regimiento de Patricios, para repeler un posible desembarco.


El combate comenzó al amanecer con un intenso cañoneo y descargas de cohetes sobre las baterías argentinas, que sufrieron fuertes bajas, dado que sus cañones no sólo eran de un alcance menor sino también de recarga más lenta que las piezas de los invasores.


La lucha se extendió unas siete horas, al cabo de las cuales las el enemigo logró romper el cerco para continuar río arriba. "A excepción de unos cien soldados eran casi todos vecinos que enfrentaron el avance de tropas profesionales hasta quedarse sin municiones. Si aguantaron tanto fue porque la situación de tiro de la flota invasora era complicada. A la larga, sin embargo, volaron cada una de las baterías argentinas", cuenta Barba.


El saldo de la batalla fue tan dispar como las fuerzas rivales. Mientras que la flota enemiga sufrió unas 40 bajas y 160 heridos, en las barrancas de Obligado murieron cerca de 200 argentinos y otros 400 resultaron con heridas, entre ellos el general Mansilla. Pero si bien se trató de una derrota militar para la Confederación, los invasores no pudieron lograr su objetivo: "doblarle el brazo a la política exterior rosista que impedía la libre navegación de los ríos", resume Keuten.


UNA VICTORIA PIRRICA

Aunque las fuerzas invasoras rompieron el bloqueo criollo, no consiguieron garantizar más tarde la libre navegabilidad de los ríos internos ni cumplir con sus expectativas comerciales. De ahí que el resultado de la batalla fue para ellas "una victoria pírrica, un triunfo que terminó siéndoles desfavorable", afirma Claudio Panella.


"No lograron alzar al pueblo contra Rosas; no pudieron vender toda esa mercadería manufacturada que traían porque en el interior no había capital ni mercado suficiente; y tampoco consiguieron que los unitarios levantaran cabeza. Por el contrario, frente al agresión de las potencias más poderosas de la época, el frente interno se cohesionó alrededor de la figura de Rosas, que resultó fortalecido", señala el historiador.


Pero el hecho es que más allá de un compromiso por la defensa de la soberanía nacional, existían también fuertes intereses que habrían llevado a Rosas a oponer resistencia al avance de la flota anglofrancesa, sostiene Fernando Barba.


"Como lo veía Rosas, su sistema político y económico se basaba en no permitir la libre navegación de los ríos internos para evitar el comercio con otros puertos, ya que gran parte de la rentas de Buenos Aires provenía de sus tasas aduaneras. En este sentido la batalla de Vuelta de Obligado fue algo más que un acto de patriotismo", explica.


Años después de que la flota extranjera incursionara en el litoral con un saldo desfavorable, la Confederación Argentina puso fin al conflicto -primero con Inglaterra en 1947 y luego con Francia en 1948- a través de la firma de sendos tratados. En ellos, ambas potencias reconocían la navegación del río Paraná como sujeta sólo a leyes y reglamentos argentinos.



Al retirarse, tanto la escuadra británica como la francesa cumplieron con la condición impuesta por Rosas: disparar veintiún salvas de cañón en homenaje a la bandera argentina. Trascendente o no en el devenir de la historia nacional, una actitud semejante no ha vuelto a repetirse.


Nuestra presidente en su decreto correspondiente instauro un feriado nuevo el 20 de noviembre como DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL, que pa favorecer al turismo-y perjudicar a la produccion- lo paso para el lunes 22.

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