domingo, 25 de septiembre de 2011

 

Martin Vestiga---cariñositos en el senado

Varias preguntas me trajo un informante Tito Maraca, quien suele fatigar los pasillos del Senado bonaerense, donde debajo de la puerta de cada despacho brotan sobres y billetes al por mayor. Ese es un lugar que, de acuerdo a lo que señalan quienes lo frecuentan, “corre guita” Y así lo vive la catarata de pedigüeños que acompaña a cada legislador.
En eso pensaba una tarde de sábado, cuando mi extravagante informante se sentó a la mesa, pidió un café y dijo: “No se habla sólo de guita ahí, eh. También se habla de amor”. “Guita y amor, en ese orden, en todo caso”, corregí. “Sí - me dijo mi amigo-. Y no sabés la que tengo para contarte, Martín”.
Algo resignado, me puse a escuchar. No sé si les conté que ya estoy un poco cansado de escuchar hablar de quita, que por otro lado es casi lo único de lo que hablan los dirigentes. Pero mi informante prometió enlazar los dos temas, así que presté atención.

Parece que Juan “Tiburón Blanco” Amondarain, uno de los tantos saltimbanqui del peronismo bonaerense, fue visto los otros días abandonando el Senado en compañía de un hombre. El hecho no le hubiera llamado la atención a Tito Maraca si no fuera porque su ladero no era otra cosa que su chofer. “¿Cómo? –pregunté, retomando el interés-. ¿Un asesor del Senado con chofer?”.
Parece que sí. El ex alakista y actual armador de Sergio Massa ostenta un cargo de asesor del Senado con chofer. Pensándolo bien, no me sorprendió tanto, y la resignación me hubiera ganado de nuevo de no haber sido por el detalle que agregó mi amigo.
Durante esa salida del edificio de la “Honorable Cámara Alta”, el chofer no dejó de abrazar a Amondarain ni un minuto. Parece que no era un abrazo ocasional, de amigo, o en joda, sino algo más profundo e intenso. Según lo que mi informante pudo ver, el chofer rodeaba con su brazo la cintura del “Tío”, en un claro gesto cariñoso y amatorio.
“¡Terrible!”, me despabilé. Tito Maraca se fue, esperando ver mi nota publicada, y yo me quedé pensando que incluso en los lugares donde sólo se habla de guita el amor a veces puede vencer.
¡Con razón le llaman “Tiburón Blanco”! Parece que es cierto que cada tanto se come un hombre… o varios, qué se yo…

FUENTE ( copiado a )

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