jueves, 29 de septiembre de 2011
Pablin denunciado por patotero
El municipio lo contrató y jamás le pagó. Le debe $1.600.000. Dice que tiene cámaras ocultas de las amenazas. Habló con 24CON sobre la "costumbre" del intendente de La Plata de manejarse con patotas.
La tenía enfrente pero a Gloria, su mujer, no la veía. Era viernes por la noche y no quería asustarla porque el domingo irían a una cesárea programada para dar a luz a su segunda hija. El tema es que Juan Carlos no daba más. “Pensé que me iba a morir”, recuerda tres años más tarde. Ese día tenía la presión por las nubes y las cuentas por el suelo. Estaba quebrado, en rojo. El municipio de La Plata, según denuncia hasta el día de hoy, lo estafó por una suma de $1.600.000.
Juan Carlos Breglia vive hace 47 años en la ciudad de las diagonales. Es dueño de la pinturería Direcco S.A. y también se dedica a la construcción. En 2008, por medio de Hernán Alfredo Bracco (actualmente procesado por malversación de fondos públicos), comenzó a realizar una serie de obras para el gobierno del intendente Pablo Bruera. Nunca las cobró.
Al tiempo denunció la “estafa” en la prensa y en la Justicia, lo que dio un cimbronazo en la política local, y ahora promete patear el tablero de una vez por todas: difundiría una cámara oculta que él mismo grabó, en la que se muestra cómo funcionarios del riñón del bruerismo lo apretaron cuando reclamaba su paga.
El entramado
Todo comenzó cuando Bracco le ordenó reconstruir la vereda del regimiento Malvinas, un lugar histórico del distrito. “Había que empezarlo ya porque, según me habían dicho, el intendente se había tropezado el día anterior”, comenta Breglia a 24CON, en un restaurante platense.
Por ese trabajo pasó un precio de 189 mil pesos en el exterior del lugar, y unos 234 mil en el interior, aunque no figuraba en ningún papel legal.“Se manejaban muy desprolijo, me decían que ya íbamos a hacer los trámites y las facturas, pero al final no se hacían”, explica y agrega: “Yo en un principio creía que el intendente era un cliente caprichoso, y que si era así a mi no me importaba con tal de que cobrara por mi trabajo en un plazo determinado”.
Luego hizo algunos trabajos de restauración en edificios históricos y obras en el Parque Ecológico, en la Ciudad de los Niños, en el Estadio Único y hasta compró chapas y casillas que le pidieron con urgencia desde el municipio.
La suma de los servicios y bienes impagos se convirtió en una bola de nieve que no paró de crecer y rodar hasta que terminó dejando a Breglia en la quiebra. “Tenía un buen pasar. Ganaba 70 mil pesos y gastaba 40 mil. Tenía tres camionetas, varias tarjetas de crédito, una vida bien… hasta que me fundí por las deudas que contraje. Tengo documentados más de 700 mil pesos en facturas por mercadería que compré y pagué de mi bolsillo para hacer esas obras, y que todavía no cobré. Pasé por momentos muy difíciles, como no tener para pagar el tratamiento de mi beba que nació con problemas neurológicos”, reconoce.
Así se inició una historia que dejaría al descubierto un sistema de “municipalidad paralela”, donde corrían abultados cheques oficiales sin remitos, recibos, o algún otro tipo de comprobante que los avalen. El hombre clave de las operaciones era, lógicamente, Bracco, el “recaudador de los Bruera”, tal como él mismo se había definido.
Pero este hombre encierra más secretos. En las causas contra Bruera que investiga el fiscal Jorge Paolini (de la fiscalía de Delitos Complejos de La Plata), se lo vincula directamente con Mariano Bruera el hermano del jefe comunal, un sujeto por demás polémico sindicado por resolver los problemas con poca paciencia: “manda patotas”.
El arreglo
Una vez que Bracco cayó preso y fue procesado por estafa lo suplantó Diego Drysdale. “En ese momento prometieron que iban a pagarme. Me dijeron que lo mío estaba muy desprolijo, pero que lo ordenábamos y que el tema iba a estar resuelto”. Al final, el acuerdo se cayó.
Las tratativas no continuaron y el tema explotó en abril de 2010 cuando Breglia lo denunció en los medios locales. A las dos semanas, inspectores municipales clausuraron tres veces seguidas los dos locales de pintura de su hermano, con quien ya no tenía ningún tipo de vínculo comercial.
A las horas, el comerciante se entrevistó en Control Urbano con Cristian “Bichi” Coniglio, mano derecha de Ignacio Martínez, director del área. De pocos modales el hombre se sentó a su lado, le pegó al mostrador y (tal como consta en la denuncia) le advirtió: “Vamos a hacerla cortita. Usted está acá por la sarta de mentiras que dijo en la prensa. Yo me considero parte de la familia Bruera y nunca nos habían humillado y denigrado tanto. Hasta que no se desdiga, no va a vender ni una puta lata (de pintura) más”.
La cámara oculta
Al otro día lo esperaba una Partner blanca patente GEQ 293 de Control Urbano. “El Bichi Coniglio me dice que suba, yo estaba con mi abogado”, relata Breglia. “Frena en una esquina y me ‘invita’ a desmentir todo ante un grupo de periodistas que estaban parados ahí. Como una conferencia de prensa armada. No acepté”.
Se dirigieron al Palacio Municipal y lo pasaron a buscar a Ignacio Martínez en persona. “Me fallaste”, le dijo éste con un tono molesto, ante la negativa de hablar con la prensa. Después lo llevaron de ‘paseo’ durante una hora y media dentro del vehículo.
Luego de meses se habían reanudado las negociaciones. “Te doy mi palabra, tengo el visto bueno del intendente, que le miente a todos pero a mi no. Quedate tranquilo que no te vamos a matar, te vamos a pagar y a cuidar. La municipalidad se mandó mil cagadas, pero esta la queremos resolver”, esas fueron algunas de las palabras de Martínez. Mientras, Breglia registraba todo con un grabador de periodista y un reloj con cámara oculta incorporada.
“En las imágenes se ve y se escucha clarísimo. Ellos reconocen los trabajos que hice, y las facturas y el dinero que me deben. Me ofrecieron $800 mil de una y el resto en $200 mil por mes. Todo documentado”, dice el denunciante, aunque el arreglo se truncó otra vez.
El temor del clan Bruera
A un mes de las elecciones generales por las que Pablo Bruera se juega la reelección, el video está en manos de la Justicia y aún no vio la luz, pero Breglia está dispuesto a difundirlo si su causa no llega a buen puerto.
“No podemos andar con un intendente que usa sicarios, que eso lo conoce toda la ciudad. Hace una semana, Gabriel (el otro hermano de los Bruera, que es diputado provincial) me avisó por medio de un conocido que nuevamente querían arreglar mi situación”.
Pero hasta el momento no hay nada contundente. Sólo la respuesta que el mismo Gabriel Bruera le dio a 24CON cuando habló telefónicamente para que de su punto de vista sobre el caso: Cortó la comunicación...
Nota extraída del portal http://24con.elargentino.com. Escrita por Pablo Noto
La tenía enfrente pero a Gloria, su mujer, no la veía. Era viernes por la noche y no quería asustarla porque el domingo irían a una cesárea programada para dar a luz a su segunda hija. El tema es que Juan Carlos no daba más. “Pensé que me iba a morir”, recuerda tres años más tarde. Ese día tenía la presión por las nubes y las cuentas por el suelo. Estaba quebrado, en rojo. El municipio de La Plata, según denuncia hasta el día de hoy, lo estafó por una suma de $1.600.000.
Juan Carlos Breglia vive hace 47 años en la ciudad de las diagonales. Es dueño de la pinturería Direcco S.A. y también se dedica a la construcción. En 2008, por medio de Hernán Alfredo Bracco (actualmente procesado por malversación de fondos públicos), comenzó a realizar una serie de obras para el gobierno del intendente Pablo Bruera. Nunca las cobró.
Al tiempo denunció la “estafa” en la prensa y en la Justicia, lo que dio un cimbronazo en la política local, y ahora promete patear el tablero de una vez por todas: difundiría una cámara oculta que él mismo grabó, en la que se muestra cómo funcionarios del riñón del bruerismo lo apretaron cuando reclamaba su paga.
El entramado
Todo comenzó cuando Bracco le ordenó reconstruir la vereda del regimiento Malvinas, un lugar histórico del distrito. “Había que empezarlo ya porque, según me habían dicho, el intendente se había tropezado el día anterior”, comenta Breglia a 24CON, en un restaurante platense.
Por ese trabajo pasó un precio de 189 mil pesos en el exterior del lugar, y unos 234 mil en el interior, aunque no figuraba en ningún papel legal.“Se manejaban muy desprolijo, me decían que ya íbamos a hacer los trámites y las facturas, pero al final no se hacían”, explica y agrega: “Yo en un principio creía que el intendente era un cliente caprichoso, y que si era así a mi no me importaba con tal de que cobrara por mi trabajo en un plazo determinado”.
Luego hizo algunos trabajos de restauración en edificios históricos y obras en el Parque Ecológico, en la Ciudad de los Niños, en el Estadio Único y hasta compró chapas y casillas que le pidieron con urgencia desde el municipio.
La suma de los servicios y bienes impagos se convirtió en una bola de nieve que no paró de crecer y rodar hasta que terminó dejando a Breglia en la quiebra. “Tenía un buen pasar. Ganaba 70 mil pesos y gastaba 40 mil. Tenía tres camionetas, varias tarjetas de crédito, una vida bien… hasta que me fundí por las deudas que contraje. Tengo documentados más de 700 mil pesos en facturas por mercadería que compré y pagué de mi bolsillo para hacer esas obras, y que todavía no cobré. Pasé por momentos muy difíciles, como no tener para pagar el tratamiento de mi beba que nació con problemas neurológicos”, reconoce.
Así se inició una historia que dejaría al descubierto un sistema de “municipalidad paralela”, donde corrían abultados cheques oficiales sin remitos, recibos, o algún otro tipo de comprobante que los avalen. El hombre clave de las operaciones era, lógicamente, Bracco, el “recaudador de los Bruera”, tal como él mismo se había definido.
Pero este hombre encierra más secretos. En las causas contra Bruera que investiga el fiscal Jorge Paolini (de la fiscalía de Delitos Complejos de La Plata), se lo vincula directamente con Mariano Bruera el hermano del jefe comunal, un sujeto por demás polémico sindicado por resolver los problemas con poca paciencia: “manda patotas”.
El arreglo
Una vez que Bracco cayó preso y fue procesado por estafa lo suplantó Diego Drysdale. “En ese momento prometieron que iban a pagarme. Me dijeron que lo mío estaba muy desprolijo, pero que lo ordenábamos y que el tema iba a estar resuelto”. Al final, el acuerdo se cayó.
Las tratativas no continuaron y el tema explotó en abril de 2010 cuando Breglia lo denunció en los medios locales. A las dos semanas, inspectores municipales clausuraron tres veces seguidas los dos locales de pintura de su hermano, con quien ya no tenía ningún tipo de vínculo comercial.
A las horas, el comerciante se entrevistó en Control Urbano con Cristian “Bichi” Coniglio, mano derecha de Ignacio Martínez, director del área. De pocos modales el hombre se sentó a su lado, le pegó al mostrador y (tal como consta en la denuncia) le advirtió: “Vamos a hacerla cortita. Usted está acá por la sarta de mentiras que dijo en la prensa. Yo me considero parte de la familia Bruera y nunca nos habían humillado y denigrado tanto. Hasta que no se desdiga, no va a vender ni una puta lata (de pintura) más”.
La cámara oculta
Al otro día lo esperaba una Partner blanca patente GEQ 293 de Control Urbano. “El Bichi Coniglio me dice que suba, yo estaba con mi abogado”, relata Breglia. “Frena en una esquina y me ‘invita’ a desmentir todo ante un grupo de periodistas que estaban parados ahí. Como una conferencia de prensa armada. No acepté”.
Se dirigieron al Palacio Municipal y lo pasaron a buscar a Ignacio Martínez en persona. “Me fallaste”, le dijo éste con un tono molesto, ante la negativa de hablar con la prensa. Después lo llevaron de ‘paseo’ durante una hora y media dentro del vehículo.
Luego de meses se habían reanudado las negociaciones. “Te doy mi palabra, tengo el visto bueno del intendente, que le miente a todos pero a mi no. Quedate tranquilo que no te vamos a matar, te vamos a pagar y a cuidar. La municipalidad se mandó mil cagadas, pero esta la queremos resolver”, esas fueron algunas de las palabras de Martínez. Mientras, Breglia registraba todo con un grabador de periodista y un reloj con cámara oculta incorporada.
“En las imágenes se ve y se escucha clarísimo. Ellos reconocen los trabajos que hice, y las facturas y el dinero que me deben. Me ofrecieron $800 mil de una y el resto en $200 mil por mes. Todo documentado”, dice el denunciante, aunque el arreglo se truncó otra vez.
El temor del clan Bruera
A un mes de las elecciones generales por las que Pablo Bruera se juega la reelección, el video está en manos de la Justicia y aún no vio la luz, pero Breglia está dispuesto a difundirlo si su causa no llega a buen puerto.
“No podemos andar con un intendente que usa sicarios, que eso lo conoce toda la ciudad. Hace una semana, Gabriel (el otro hermano de los Bruera, que es diputado provincial) me avisó por medio de un conocido que nuevamente querían arreglar mi situación”.
Pero hasta el momento no hay nada contundente. Sólo la respuesta que el mismo Gabriel Bruera le dio a 24CON cuando habló telefónicamente para que de su punto de vista sobre el caso: Cortó la comunicación...
Nota extraída del portal http://24con.elargentino.com. Escrita por Pablo Noto
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