domingo, 20 de noviembre de 2011

 

mas festejos en la city

Hubo vida más allá de Plaza Moreno. Aunque fue un 19 de noviembre. En colectivo, en skate, en patines, en bicicleta, fueron muchos los que se aprontaron por camino Belgrano, atravesaron Tolosa y llegaron al inmenso Parque Recreativo Zona Norte, que ayer se reinventó como el reino de las paredes que hablan. Cientos de platenses comulgaron con la idea de que los muros grises de cemento del edificio levantado, hasta ahora inútilmente, en el centro de este predio, abandonaran para siempre su tono desabrido y se convirtieran en soporte de coloridas obras de arte callejero.

El penetrante olor del esmalte sintético se entremezcló con el de los panqueques cocinándose al fuego en el stand de las Mamichulas. Se escuchó el ruido de bolillas agitándose y luego los chistidos de los aerosoles se multiplicaron bajo la presión que los dedos índices de los graffiteros hicieron sobre las válvulas, todo bajo la cortina de fondo de la música electrónica que sonó en los enormes bafles de una cabina de DJ, a un lado de la escena. Jóvenes subidos a sus patines de dos ruedas (freeline) hicieron piruetas entre la gente, y otros tantos se calzaron sus auriculares para seguir por radio la transmisión que hizo, desde un costado, Bazaar, el experimento de Pedro y Martín. “En vez de invadir el sonido ambiente, damos la opción de que el que quiera nos escuche desde sus celulares”, explicaron sus mentores, bajo una sombrilla de playa que protegía sus equipos transmisores del sol.
Virginia Ribero volvió a instalarse en La Plata hace cuatro meses, después de vivir varios años en Barcelona, organizando eventos de moda y otras cosas. “Cuando llegué me impresioné por la movida super grosa que se armó en la ciudad alrededor de los graffitis, pero muy dispersa, y pensé en armar una jornada que los nuclee para darle más reconocimiento e identidad”, contó a Diagonales la organizadora de este Festival Aerosol, el primer encuentro de Graffiti y Street Art de la ciudad. Para eso puso manos a la obra junto con su amigo graffitero, Pablo Rebollo. Además de seleccionar a 45 de todos los que les enviaron material sobre su trabajo para pintar en aquellas paredes, decidieron incluir a la música y el deporte que caracteriza a los que hacen graffitis: el skate y la electrónica.
“Estoy re atrasado, no se si voy a llegar a terminarlo hoy, recién tengo esto, el fondo”, dice Malegría, y muestra la pared pintada de negro hasta arriba. Con su ansiedad a cuestas, el graffitero hace un alto en su producción para relatar que es de Bogotá, Colombia, aunque vive en La Plata desde hace seis años y, desde entonces, vuelca sus ideas (totems, animales fantásticos y de tribus indígenas) en cada pared que puede. Tiene más amigos presentes que se vinieron desde Colombia, y también hay graffiteros de Perú y de España. Ellos y los platenses, estaban subidos a escaleras, o pintando en lo alto con rodillos, o con lo que encontraban, como Nahuel Torrás, que improvisó un personaje gigante de contorno negro porque llegó tarde a la repartija de aerosoles. “Es lo que hay”, se consolaba el artista platense.
“¿Qué es eso, mami? ¿Jugo?”, preguntaba un nene mientras miraba con curiosidad los cubos de gelatina rojos, amarillos, naranjas y blancos que escurrían líquido teñido de esos colores hacia el pasto, y formaban parte de la intervención “Agua”, del colectivo Acción Urbana.
La atípica jornada se extendió hasta pasadas las 22 y por su escenario pasaron hip-hoperos y bandas locales. Una verdadera pinturita.

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