miércoles, 30 de mayo de 2012

 

corrupta HEBEmus

Los millonarios recursos que el Gobierno nacional otorgó, de forma discrecional y sin control alguno, a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, que preside la ultrakirchnerista Hebe de Bonafini, sirvieron en su momento para que el parricida Sergio Schoklender tuviera un abultado patrimonio que incluiría una Ferrari, casas en barrios privados y hasta un pequeño crucero.

El escándalo judicial por el desvío de fondos no habría frenado la realización de negocios y el envío de recursos por parte del Estado. Todo lo contrario: el sistema de corrupción tiene plena vigencia. Por eso Hebe de Bonafini ni siquiera fue indagada
(fue aceptada como querellante en la causa), mientras que su hija María Alejandra goza de una libertad plena pese a que está involucrada en la compraventa de un lujoso departamento en la avenida 44 de La Plata, que habría sido adquirido con recursos que deberían haberse utilizado para construir casas para sectores socialmente postergados.
Ahora, lo que está en la mira es el negocio de medicina privada que se estaría impulsando con recursos y apoyo de la Fundación.
A partir de la pelea de Schoklender con Hebe, que terminó con el parricida tras las rejas, una de las personas que habría asumido un papel protagónico en el manejo de los recursos de esa entidad es Juan Manuel de Rosa, médico personal de Bonafini y uno de los principales dirigentes de la agrupación Quebracho, a la que muchos le atribuyen tener fluidos vínculos con los servicios de inteligencia.
De Rosa, de 44 años, es una persona que, según el testimonio que brindaron numerosos profesionales a este diario, pasó -en un breve lapso de tiempo- de ser un médico de guardia que apenas llegaba a fin de mes a manejar dos clínicas privadas, con la posibilidad de adquirir, en el corto plazo, nuevos sanatorios en la región.
Una de las instituciones que compró De Rosa, a fines de 2011 y por un monto superior a los 300 mil dólares, es el Instituto Médico Argentino de Berisso, un sanatorio tradicional de la Capital del Inmigrante. Lo habría hecho a través de la empresa Médicos de Ensenada SA, con domicilio en calle La Merced 383 de esa localidad, siendo una firma que conforma con otro médico de guardia llamado Christian Acosta.
Un año antes, el médico personal de Bonafini había asumido la conducción del sanatorio Ensenada, rebautizándolo como Clínica de la Comunidad, luego de haber estado al frente de la Asociación de Profesionales de ese centro asistencial. En ese sanatorio, De Rosa también comenzó su carrera profesional, en los años ‘90, poco tiempo después de recibirse de médico. Y allí también conoció a Bonafini, que solía acompañar a su madre, domiciliada en Ensenada, a atenderse en ese nosocomio. La relación actual sería tan estrecha que cuando el médico habla de Hebe le dice “mi abuela”.
De Rosa no tiene lo mejores antecedentes judiciales. En el año 2009 estuvo preso, acusado por los delitos de asociación ilícita y robo calificado. Concretamente, se lo relacionó con la sustracción de cardiodesfibriladores y otros elementos del hospital de Gonnet. La detención se produjo, además, en el marco de una investigación por el robo de 16 equipos de diálisis sustraídos del Centro Oncológico de Excelencia (COE), una prestigiosa institución médica que fue fundada por el doctor José María Mainetti en los años ‘80 y que está en quiebra.
“A varios médicos, De Rosa nos blanqueó que las operaciones que realiza con las clínicas se hacen con recursos que maneja la Fundación Madres de Plaza de Mayo, en sociedad con Quebracho. Es lo más parecido a lo que se conoce como una operación de lavado de dinero”, le dijo a Hoy uno de los profesionales médicos consultados, que pidió mantener en reserva su identidad para evitar posibles represalias. Y agregó: “Antes de que estallara el escándalo de las Madres, De Rosa comentaba que tenía trato personal con Schoklender, y hasta se vanagloriaba de que esa persona siniestra le debía favores”. Las fuentes consultadas por este diario dijeron que en la Clínica de la Comunidad se habrían hecho inversiones en equipamientos no inferiores al medio millón de dólares en los últimos dos años, sin estar justificado el origen de los fondos.
Ante las denuncias que llegaron a la redacción de Hoy sobre la compra del santario de Berisso y la administración de la Clínica de Ensenada, este diario se comunicó, en dos oportunidades, con el médico Juan Manuel de Rosa a fin de ofrecerle derecho a réplica. Y hasta se le ofreció la posibilidad de hacerle una entrevista. La respuesta, hasta el momento, fue el silencio.
De Rosa es el exyerno del exdirector asociado del hospital de Berisso, el traumatólogo Juan Mariano Holubiez, con quien mantendría una pésima relación.
“No tengo nada que comentar, no tengo contacto con él y no estoy tanto de cómo se compró el Sanatorio Argentino (de Berisso)”, dijo a Holubiez ante una consulta de Hoy.
Las fuentes consultadas, además, afirmaron que las clínicas de De Rosa tendrían un trato privilegiado por parte del Pami, la obra social de jubilados y pensionados, desde donde saldrían abundantes recursos. “Las auditorías en las clínicas de De Rosa prácticamente brillan por su ausencia”, reconocieron a Hoy fuentes médicas.
El intendente Mario Secco, enrolado en el kirchnerismo, estuvo presente en la inauguración de la Clínica de Ensenada, pronunciando distintas loas a la figura de De Rosa. Ambos habrían estado trabajando, no hace mucho tiempo, en abrir una sede de la Universidad de las Madres en Ensenada, proyecto que habría quedado en el freezer, al menos por el momento, como consecuencia del escándalo generado con Sergio Schoklender.
Por intermedio de De Rosa, Secco tendría un vínculo más que cordial con la agrupación Quebracho, algo que se puso de manifiesto en el bochornoso episodio ocurrido el año pasado cuando, a partir de la llegada de dos busques con bandera Noruega que tenían autorización de la Cancillería y se dirigían a Malvinas, los muchachos de Quebracho protagonizaron serios incidentes durante la protesta de repudio que se realizó en la Plaza Belgrano de Ensenada. Y que luego derivó en graves destrozos en el ex Club YPF.
En ese momento, antes de los desmanes, Secco les había dicho a los integrantes de Quebracho, sin importar sus antecedentes y haciendo una suerte de apología de la violencia, que ellos eran muy bien recibidos en Ensenada y hasta los calificó de “buenos compañeros”.

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