La Plata, Ciudad Generosa

Dando vueltas por la ciudad de La Plata, en un día por demás frio e insoportable, no tuve peor idea que entrar en un bar céntrico para tomar un cafecito, con el fin relajarme y disfrutar de la buena atención que ofrece el personal de la estación de servicio ubicada en la zona de la Plaza España.


Y digo “peor idea” porque, ni bien entré al lugar, me encontré con algunos comerciantes de la zona que están bastante enojados con la política de seguridad implementada en la zona, que no hace más que producir casi en forma diaria un hecho delictivo diferente en la avenida siete entre Plaza España y Circunvalación.
"Qué haces, Martincito", me dijo el dueño de un supermercado de calle 7 que fue asaltado a punta de pistola y a plena luz del día el viernes pasado. “Qué suerte encontrarte -me dijo-, estamos reunidos, como verás, varios comerciantes de la zona. Vamos a pedir una audiencia con el obispo. “¡Qué bueno! ¿Quieren cambiar al párroco del barrio?”, le pregunté.
“Ojalá fuera eso. No nos queda más nadie con quien hablar por el tema de la inseguridad, hablamos con todos los responsables y nadie soluciona nada”, respondió, apesadumbrado. Mientras tanto se acercó otro comerciante que dijo ser dueño de una veterinaria y aconsejó a su vecino diciéndole que pague la “prote” a la policía, como hace el resto de los supermercados de la zona, a los que nunca roban.
“Pero si la pagamos”, respondió. En ese preciso momento se agregó a la conversación otro comerciante, confirmando que sí, que hay que pagar la “prote” y “no queda otra”. “¿Pero saben cuál es su problema?”, preguntó otro. “Mirá, ya no entiendo más nada –le dijo mi amigo-. Decíme a ver qué propuesta tenés”.
“Pagan la ‘prote’ a una comisaria sola, pero cruzando la 72 es otra jurisdicción –graficó-, entonces paguen a las dos y listo: los muchachos todos contentos y no hay mas robos”.
“Lo único que nos falta es asociar a los comisarios a cada uno de los negocios y listo”, completó otro. “No van a aceptar, quieren la platita fresca para no quedar pegados” respondió el veterinario.
Yo saludé a cada uno y me retiré, mirando los autos estacionados en el cordón de la vereda.

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