La Plata, Ciudad Generosa

He querido hacer otras cosas en el último tiempo, y de hecho lo he concretado, pero las novelas del Servicio Penitenciario son, hoy, mi fuerte. Como me debo a mis lectores (a propósito: gracias por los comentarios, incluso por las agresiones que me motivan a mejorar), voy a contarles el último chisme que me trajeron sobre la compleja trama que rodea al organismo.
Estaba dando vueltas por las grises calles de La Plata cuando uno de los tantos “Garganta Profunda” que me provee información a diario me abordó en una esquina. “Hola, Martín, tengo que pasarte una información”, me espetó.
“¿Ahora?”, inquirí, desganado. “Sí, ¿qué te pasa? ¿No tenés ganas de trabajar o ya perdiste la curiosidad?”. “Es que estoy enamorado”, le expliqué. “¡Dejáte de joder!”, exclamó por toda respuesta.
Tenía razón. Le pedí un cigarrillo (hace mucho que no fumaba), lo encendí y escuché. ”¿Sabés por qué se fue el Servicio Penitenciario de Servicios Sociales?”, comenzó mi amigo. “No”. “Entre los grandes curros que tienen, y que manejaría el comisario mayor L.R., director de Logística. quien dice que arregla para gente del Ministerio directamente, estaría el arreglo con la contratación de ambulancias…”, relató.
“Es fortuna por mes lo que se paga –prosiguió mi contacto- ¿Y lo que vuelve? Este director maneja todo, Martín. Y otro tema es el arreglo de los vehículos... Fortuna...”.
Mientras me hablaba, yo miraba a las personas que pasaban. Buscaba a alguna que se pareciera a ella. Pero mi amigo ni lo notaba. “Por eso Rubén B. estaría manejando para hacer lo mismo en el nuevo coseguros, el de los penitenciarios. O sea, se duplica el ingreso para el Ministerio. ¿Será el ministro Ricardo Casal quien lo reciba?”, preguntó. “No sé”, cerré.

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