viernes, 12 de octubre de 2012

 

martIn Vestiga---un chino sin careta

La inestable primavera que comenzó días atrás, logró despertar en mí un espíritu aún más animoso, en virtud de lograr acceder a datos jugosos y ocultos. Pero no encontraba nada. En medio de un feriado poco productivo, volvía caminando la calle con cierto desgano.
Todo cambió cuando un vehículo con vidrios polarizados se estacionó a metros de donde yo caminaba. Debo reconocer que al principio tuve un poco de miedo, más que nada por la violencia con la cual el conductor maniobró en esos últimos metros.
Sumido en el más absoluto desconcierto, miré hacia mi derecha y vi cómo se bajaba la ventanilla del lado del acompañante. Reconocí a mi viejo amigo Ernesto Ustimov, un excéntrico magistrado judicial al que le gusta viajar y tirar carne al asador cada vez que puede. Además es farandulero como pocos y hace un uso intensivo de Twitter para mofarse de causas penales ajenas.
-“Hola, Martín ¿cómo andas tanto tiempo? Vení, subí que vamos a tomar una copita al bar que está acá a la vuelta-, me dijo.
Me subí al auto y comenzamos a recordar viejos tiempos, le dije que yo todavía vivía de mi pasión y que actualmente estaba detrás de la pista de uno de los presuntos testigos en un caso que conmocionó a la opinión pública, el cuádruple crimen de La Loma.
Mientras Ernesto estacionaba noté en su rostro una sonrisa y me dijo:
-Seguramente estas siguiéndole los pasos al testigo vedeton al que yo llamo “Marcelo Mascafierro”, el remisero.
- Si, ¿vos sabes algo?
-Ahora te cuento-, dijo con tono suspensivo.
A Ustimov le gusta hacerse rogar y ganar atención. Entramos al bar, nos sentamos y me pedí una copita de coñac. Mi amigo solicitó un cóctel con wasabi, bien picante.
-Hoy voy a tomar algo bien picante así estoy a tono con lo que te voy a contar. El caso del cuádruple crimen se está volcando para otro lado, Mascafierro está preocupado y parece que el fiscal pasó por alto o se hizo el dolobu en cuanto a la relación que este gordito tenía con Susana, la suegra del karateca.
-¿Por qué decís eso?
- Revisá la causa y fíjate que hay una testigo que declaró y que es paraguaya. Era amiga de Susana y dijo que De Barttole andaba con un muchacho al que le decían chino. Se conocieron en el 2010 y este “Chino” sería Mascafierro. El remisero ve muy mal, y tiene los ojos achinados si te fijas bien. Lo que no sé es si al fiscal se le pasó por alto o se hizo el sota.
Luego de esbozar esas palabras, llegaron los tragos, yo tomé un poco de mi coñac y me empezó a picar la garganta. Con voz gruesa le pregunté:
-¿Entonces ya se conocían?
-Sí. Además la señora tenía una Hiena que llevaba a la casa cada tanto y tanto. La hiena como masca que te masca supieron que Susana guardaba algo de valor. Estoy casi seguro que esa noche Mr. Corsa hizo de campana, fue un robo.
-Siempre me diste buena data, ¿y vos cómo estas en tu trabajo?-, le dije
-Mal, estoy a las corridas porque me quieren hacer un jury. Descubrieron algunos vínculos que tengo con la cana. Creo que puedo salir de ésta, pero me va a costar-, me aseguró mientras hizo un fondo blanco.
Se hizo tarde entre tantas copas. Mi amigo me dejó en mi casa y dijo antes de irse: “Me dio gusto verte después de tanto tiempo, hoy es mi cumpleaños”.
Le di un fuerte abrazo y nos despedimos. El feriado había sido productivo. Tenía buena data a fin de cuentas.
Antes de entrar a casa busqué las llaves en mi bolsillo. Primero encontré un chicle y luego las llaves. Abrí la puerta y antes de ir a dormir comencé a mascar mi chicle. Entre mascada y mascada pensaba que a un testigo que se presentó como clave, se le podría caer la careta y quedar como implicado, ya que tiene un fierro muy caliente entre manos.
Me acosté, me tape y me dormí sabiendo que las próximas horas pueden ser claves y que como buen periodista yo debería prestar muchísima Atencio(n) de cara al futuro.

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