jueves, 29 de noviembre de 2012

 

Vamos por el nobel

usana Trimarco desearía no ser quien es. Quisiera no ser reconocida en todo el país por su lucha contra la trata de personas, ni requerida por tantos medios que quieren escuchar su testimonio. Obviamente también le gustaría que no existieran motivos para ser propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz, como lo fue durante la mañana de este miércoles en La Plata. “Tengo una vida muy triste, que no se la deseo a ninguna mujer”, sintetizó resignada la mujer tras la nominación promovida por la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) y acompañada por la facultad de Derecho y la UNLP. Esa vida dio un vuelco el 3 de abril de 2002 cuando Marita Verón, su hija, desapareció en Tucumán tras ser atrapada en una red de trata de personas. Quiere volver a ser la madre común y corriente que era hasta ese momento. Recuperar a su marido Daniel, quien “se enfermó y murió de tristeza”, volver a trabajar como lo hacía para mantener a su familia. Hoy, Susana vive sola con su nieta Micaela, la hija de Marita, quien con 13 años cada noche le pregunta dónde puede estar su madre. A partir de aquel día Trimarco ingresó en un terrible torbellino que la llevaron a infiltrarse en las mafias que en su provincia manejan las redes de prostitución; a enfrentarse a la policía, a los jueces y al poder político que operó en complicidad con esas redes; a crear una fundación (“María de los Ángeles), con la cual ya rescató a 957 mujeres que eran esclavizadas; a sentar en el banquillo de los acusados a 13 personas que están a punto de ser condenados. Todos esos hechos son los que desearía no haber tenido que protagonizar, y lo que la llevan a ser una de las candidatas a recibir el próximo Premio Nobel de la Paz. La nominación fue realizada por la Federación Argentina de Colegios de Abogados, y tomada por el Consejo Directivo de la facultad de Derecho y por el Consejo Superior de la UNLP.
En los fundamentos de la propuesta se explicita que Trimarco “con decisión y valentía ha buscado incesantemente a su hija durante ésta década, logrando rescatar cerca de 900 personas víctimas de la trata, lo que le ha valido el reconocimiento de varios gobiernos; así mismo Trimarco creó la Fundación María de los Ángeles, entidad que brinda asistencia a las víctimas y familiares de este execrable delito”. La propuesta indica que “ante el crecimiento de este delito” en Argentina, se decidió proponer Susanaa Trimarco “no sólo como reconocimiento a su lucha, sino también para generar a través de la notoria publicidad del Nobel, conciencia ciudadana para que la sociedad toda se comprometa”.

La Fuerza del amor

Durante el acto, Trimarco habló del “inmenso amor” que siente por su hija como el motor para seguir adelante en su lucha por saber de ella. “Mi objetivo es localizarla con vida – dice-, pero si ya no está en este mundo quiero recuperar su cuerpo, quiero saber qué le pasó y donde está”. Se esperanza entonces con que su postulación al Premio Nobel propale su voz en todo el mundo, “por si ella se encuentra en cualquier rincón perdido”. En un raconto de su vida desde 2002, Trimarco recordó sus primeros pasos al relacionarse con “las mafias”, sus caminatas por las rutas donde la chicas son prostituida, el contacto con las que vieron a Marita en cautiverio, el rescate de las primeras víctimas con las que pudo reunirse, el cobijo y alimento dado en su propia casa. Dedicó un párrafo al respaldo que recibió del ex presidente Néstor Kirchner, el cual tuvo continuidad con Cristina Fernández, quien siguió financiando la Fundación. Y lo contrapuso con la complicidad de sectores de la Policía, y de los poderes judicial y político, que permitieron que las redes de trata se extendieras. Señaló por ejemplo, al ex gobernador tucumano Julio Miranda y al juez riojano Daniel Moreno. “No tuve miedo”, dice Trimarco, y recuerda la búsqueda de elementos para comprobar un delito difícil de probar. El testimonio de las mujeres que ella rescato y a quienes acompaño a realizar sus denuncias fue decisivo para avanzar con el juicio que hoy se encuentra en su etapa final y tiene a 13 personas sentadas en el banquillo de los acusados. Se considera entonces “guardiana de esa causa”, porque tuvo que proteger a las testigos y protegerse ella misma. Además de perder a su marido, en estos diez años sufrió dos intentos de asesinato y le quemaron su casa en Tucumán. En el final, la mujer pidió el compromiso de toda la sociedad y reflexionó sobre su vida, hoy dedicada enteramente a esta causa: “Soy una pobre madre y mi compromiso es de por vida, me siento como una hormiguita que sigue construyendo para evitar que más mujeres pasen por esto”.

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