lunes, 18 de febrero de 2013

 

Los K una flia sin alma

El pasado viernes, en el Calafate, la presidenta Cristina Kirchner no sólo se postuló irónicamente para suceder al Papa Benedicto XVI en el trono de San Pedro, sino que también puso de manifiesto, una vez más, que la provincia de Santa Cruz es su lugar en el mundo. No es para menos ya que en la tierra patagónica están guardados varios de los secretos de la familia Kirchner, de los que nunca habla la primera mandataria, que se escuda cada vez con más frecuencia en el escudo protector que le da un relato oficial construido con abundantes recursos aportados por el Estado. Un tema que siempre pone nerviosa a la presidenta es cómo tanto ella y su marido se convirtieron en millonarios en una provincia prácticamente despoblada (tiene menos de la mitad de habitantes que La Plata). Tanto malestar le genera esta cuestión que cuando se le pregunta -como lo hicieron en Harvard- inventa explicaciones insólitas, como lo hizo cuando dijo haber sido “una abogada exitosa”. Más pesada es la respuesta si el interrogador es una personalidad pública, quien puede sufrir un fuerte apriete del aparato estatal. El actor Ricardo Darín puede dar cuenta de ello.
  Años de plomo
Para responder el interrogante sobre el patrimonio de la familia presidencial es necesario retrotraernos en el tiempo y ubicarnos en los años de plomo, durante la dictadura militar, cuando un abogado recién recibido en la UNLP decidió volverse a sus pagos, en Río Gallegos, junto a su joven esposa, nacida en La Plata. Ella recién terminaría sus estudios universitarios tres años más tarde, en 1979. El relato oficial indica que Néstor y Cristina decidieron radicarse en el Sur luego de haber tenido una activa militancia en el peronismo revolucionario de los ‘70. La realidad es bien diferente: los dos eran ilustres desconocidos y su radicación en territorio patagónico nada tuvo que ver con la represión ilegal. Respondió a la necesidad de hacer negocios con la usura, para lo cuales la familia Kirchner tenía amplia experiencia (ver aparte). Así fue como Kirchner abrió un estudio jurídico y se convirtió en el apoderado de la firma Finsur, que se especializó en el cobro de deudas, especialmente en materia hipotecaria. Corrían los años de la dictadura militar y el nefasto José Martínez de Hoz era titular del ministro de Economía, desde donde se impulsó la famosa Circular 1.050 del Banco Central. Se trata de una medida instrumentada en enero de 1980 que puso a disposición de los argentinos un crédito en el que las deudas se indexaban por la tasa de interés vigente en el mercado. Pero, con el correr del tiempo, las tasas subieron y las deudas se incrementaron hasta superar los valores de las viviendas hipotecadas y muchos propietarios fueron “obligados” a vender. Los Kirchner supieron sacarle jugo a esa resolución, a costa de la ruina de decenas de sus coprovincianos. “La realidad es que Cristina jamás fue una abogada exitosa. Por el contrario, siempre estuvo a la sombra de Néstor. Ellos, en su estudio jurídico, se habían especializado en la cobranza de deudas ejecutivas que le daban gran rentabilidad, requerían poco esfuerzo y eran de trámite sumarísimo. Era una época en la que prácticamente no existían tarjetas de crédito. Por eso, la gente que se endeudaba firmaba pagarés. Y cuando no lo podían pagar, aparecía Néstor ofreciéndole un precio vil por su propiedad para evitar el remate de su propiedad”, le dijo a Hoy el exdiputado Rafael Flores, que estudió Derecho junto a Néstor y Cristina en la Universidad de La Plata. Flores también es oriundo de la provincia de Santa Cruz y ejerció la abogacía en momento en que Kirchner tenían su estudio jurídico. El exdiputado agregó: “Lo que casi nadie se pregunta es cómo incrementaron su patrimonio durante los 12 años en que los Kirchner gobernaron Santa Cruz. Jamás presentaron una declaración jurada pública, lo hacían en sobre cerrado en la Asesoría General de Gobierno y nadie los abría. Podía haber metido adentro hasta una historieta de Paturuzú y jamás nadie se hubiese enterado”.
  Siniestro personaje
En los ‘80, los Kirchner, en Santa Cruz, también se dedicaron a defender siniestros personajes. Uno de ellos, llamado González Rouco, fue subjefe de policía y estuvo vinculado con la represión de la dictadura militar. González Rouco abusó y violó a numerosas víctimas, entre ellas, a la sobrina de otro jefe policial. Por eso lo apodaron “el Sátiro del Pasamontañas”. Al final, lo condenaron a dieciocho años de cárcel. Néstor, Cristina y su otro socio, Domingo Ortiz de Zárate, no sólo aceptaron la defensa del acusado. Desde su estudio jurídico, en charlas informales, hasta llegaron a argumentar que no podía considerarse violación forzar a una mujer a practicar sexo oral. Llamativamente, desde ningún organismo de derechos humanos, cuyos dirigentes suelen sentarse en primera fila en los actos de CFK, jamás se mencionó una sola letra sobre este episodio. Prefieren callar y a cambio también obtienen sus recompensas, como está sucediendo actualmente con el manto de impunidad que se le tendió a Hebe de Bonafini, cuya fundación -donde el parricida Sergio Schoklender era amo y señor- administró fraudulentamente más de $700 millones enviados por el Estado para construir casas. Bonafini sigue libre, ni siquiera está imputada. Nada es gratis en esta vida, mucho menos el silencio.
 El abuelo represor en la Patagonia RebeldeTiempo atrás salió a la luz que el suizo Karl Kirchner, el abuelo de Néstor, colaboró en 1920 en la matanza de trabajadores en la Patagonia y fue prestamista en la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, en la que Néstor nació y llegó a ser intendente y gobernador, antes de llegar a la Casa Rosada. Esa historia negra del abuelo del ex presidente fue destapada por el historiador Osvaldo Bayer, autor de La Patagonia rebelde. Allí reveló los fusilamientos de miles de peones rurales en 1920 y 1921, porque hacían huelgas reivindicando mejores condiciones de trabajo. En base a aquella investigación se realizó la película homónima La Patagonia rebelde que fue prohibida en los ‘70 y llevó a que Bayer tuviera que refugiarse en Berlín hasta el final de la dictadura militar en 1983. “Karl Kirchner era el fotógrafo de los militares. Los acompañaba y sacaba las fotos de los obreros que eran detenidos ilegalmente y luego fusilados” detalló Bayer, que hasta mostró los retratos de aquellas capturas, a cuyo pie el propio reportero escribía “los revoltosos” en referencia a los huelguistas. Bayer también explicó que el “abuelo de Kirchner facilitaba dinero a quien se lo pidiera en Río Gallegos a cambio de una devolución con suculento interés”. “Tenía un restaurante con señoritas ¿Me entiende?”, dijo el historiador para referirse en forma elegante al tipo de actividad a la que se dedicaba Kirchner abuelo y agregó: “Además era prestamista o usurero”. En los panfletos que la Sociedad Obrera de Río Gallegos repartía por entonces puede leerse hoy que ese sindicato llamaba al boicot contra Karl Kirchner y otros cinco comerciantes de renombre en la ciudad, a todos los cuales acusaban en el lenguaje propio de la época de “explotadores” y “zánganos de la colmena social”.
  Una radiografía del patrimonio
La última declaración jurada de Néstor Kirchner consignó un patrimonio superior a los $70 millones. Y sólo sería una parte del patrimonio real ya que la familia K también tendrían varios socios que actuarían como testaferros. Tras la muerte de su esposo, la presidenta Cristina Kirchner heredó $31.637.916 pesos. Así se desprende de su última declaración jurada de bienes ante la Oficina Anticorrupción, la primera presentada tras la sucesión de los bienes que tenía la pareja presidencial. La palabra herencia es la más repetida en la declaración jurada del año pasado a la hora de explicar el origen de los fondos con los que incorporó al patrimonio sus bienes. Así, sólo figuran como obtenidos con ingresos propios 35.000 pesos en efectivo y la mitad de su casa de Río Gallegos, adquirida en 1979, y la mitad de un departamento en Recoleta. El resto es herencia de Néstor Kirchner, donde se destacan la mitad de su camioneta Honda CRV y la mitad de casas, locales, departamentos y terrenos en Río Gallegos, El Calafate y Buenos Aires. En esa larga lista de 28 propiedades se destacan lotes de hasta 47.000 metros cuadrados en El Calafate, con valuaciones fiscales de exiguos 3700 o 2440 pesos. También está declarado el 50 por ciento de la casa familiar de El Calafate donde murió Néstor Kirchner. Esa vivienda, de 520 metros cuadrados, tiene mejoras declaradas por 289.354 pesos.

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