sábado, 20 de abril de 2013

 

Argenzuela

El kirchnerismo, como se esperaba, respondió con soberbia y oídos sordos al contundente mensaje que le dio el pueblo, el jueves pasado, cuando se movilizaron más de un millón y medio de personas en todo el país exigiendo cambios al gobierno nacional. Las protestas superaron, con creces, los cacerolazos del año pasado, registrados el 13 de septiembre y el 8 de noviembre. Y el mensaje, como lo anticipó este diario, fue bien claro: los argentinos quieren seguir viviendo en democracia, con una justicia independiente que condene con todo el peso de la ley los actos de corrupción, que generan saqueo, muerte y devastación. También piden que el gobierno, al menos, comience a ocuparse de problemas como la inflación y la inseguridad, que sistemáticamente son negados por las autoridades nacionales a partir de los dibujos que se hacen con las cifras del INDEC y con esa rara concepción de considerar que la ola de delitos, que diariamente se cobra la vida de ciudadanos inocentes, es una “mera sensación”. Lejos de atender esta situación, la presidenta Cristina Fernández ayer ni siquiera atinó a opinar sobre lo ocurrido en el país durante el 18A. Buscó refugió en el aliado más cercano que tiene en el continente, el chavismo, régimen político al que evidentemente busca imitar. La primera mandataria ayer estuvo en primera fila, saludando a Nicolás Maduro en la asunción y reafirmando su alianza estrecha con un gobierno que, desde hace años, vienen reduciendo a la mínima expresión los derechos individuales de los ciudadanos. Minutos antes del 18 A, la Presidenta había escrito unos 60 mensajes en el Twitter sin hacer ninguna mención directa a las masivas movilizaciones. Ayer tampoco se atrevió a usar la red social para referirse a lo ocurrido. Lo mismo hicieron sus principales ministros, que no sólo actúan como aplaudidores oficiales, sino que también son verdaderos expertos en darle vuelta la cara a la ciudadanía
  Desde el kirchnerismo dejaron en claro que no se moverán un ápice de sus estrategia que implica tener aprobado, la semana entrante, todos los proyectos que forma parte de la reforma judicial y que implica, lisa y llanamente, comenzar a borrar a los jueces independientes del poder político, nombrar masivamente a amigos del poder (y militantes rentados) en los juzgados y quitarle la posibilidad a miles de ciudadanos de poder recurrir a medidas cautelares para ponerle un freno al avasallamiento del Estado sobre sus derechos. En definitiva, están haciendo casi lo mismo que lo realizado por Hugo Chávez en Venezuela. Por otra parte, distintos referentes del kirchnerismo salieron a querer tapar el sol con un dedo, intentando imponer una lectura de los hechos que ni ellos mismos se la creen. Por eso intentaron minimizar la protesta y ratificaron que no habrá un "cambio de proyecto" ante los reclamos. Uno de los que llevó la voz cantante fue el filósofo ultrakirchnerista de Carta Abierta Ricardo Forster, que estimó que el Gobierno "tiene que aceptar que un sector de la sociedad no lo apoya", aunque advirtió que ello no lo obliga a "transformar sus políticas". Asimismo, el diputado bonaerense por el kirchnerismo Fernando "Chino" Navarro, famoso por el millonario affaire con fotocopias que lo tuvo como estrella principal en Lomas de Zamora, evaluó –sin ponerse colorado- que la marcha "tuvo menos gente" que la del '13-S' y la del “8-N”. A diferencia de las anteriores marchas, donde se convocaron únicamente ciudadanos sin referencias políticas, el jueves se vio a los principales referentes de la oposición, a excepción del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, que a último momento desistió de concurrir a la concentración.

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