La Plata, Ciudad Generosa

Un personaje corrupto, con serios problemas de conducta y casi nula capacidad política, que se pasea en moto (estaba arriba de una Harley Davidson, en Brasilia, mientras internaban a la presidenta) y toca la guitarra como si fuese un rockero venido a menos, actualmente está a cargo del máximo cargo político del país. Amado Boudou desde ayer es el presidente de la Argentina, en reemplazo de Cristina Fernández que, tras la operación que se le practicará hoy, tendrá una convalecencia de entre 35 y 40 días. Nuestro diario, y el conjunto de los argentinos, deseamos que la presidenta se recupere y pueda retomar su cargo, para cumplir su mandato hasta diciembre de 2015. Ahora bien, esto no quita que se borren las responsabilidad de lo que esta ocurriendo en el país. Concretamente, tener a semejante perso­naje oscuro a cargo de la primera magistratura es culpa de la propia CFK, que fiel al estilo personalista y dictatorial que tanto la caracterizó durante toda su carrera a ella como a su marido fallecido, lo puso a dedo como candidato a vicepresidente en los comicios de 2011. Resulta infantil creer que la primera mandataria, antes de tomar semejante decisión, no haya estado al tanto de los actividades non sanctas que involucraban al entonces titular del Mi­nisterio de Economía, desde donde hizo todas las tramoyas habidas y por haber para quedarse -a través de supuestos testaferros- con el negocio de la impresión de papel moneda a través de la empresa exCiccone. Antes habría operado, con la consultora Arcadia, que también estaría relacionada a otros funcionarios K, para hacer negociados infames con los canjes de deuda y los miles de millones de dólares que el gobierno pagó en bonos atados al PBI que estarían en poder de muchas personas estrechamente vinculadas con el poder político. Los antecedentes de Boudou, vinculados con la corrupción, datan desde la época en que -a principios de la década pasada- era un simple secretario de Economía en el municipio de la Costa. En aquellos años estalló un escándalo a raíz de que la comuna habría realizado pagos a proveedores inexistentes, lo que derivó en una severa sanción del Tribunal de Cuentas de la Provincia. El problema de esta situación es que las consecuencias de tener a un corrupto como presidente las terminarán pagando el conjunto de los argentinos, en momentos en que la situación económica y política es sumamente grave. Ahora bien, en caso de que Boudou, por la fuerte resistencia que genera en la sociedad y en el seno del propio gobierno no pueda seguir sentado en el sillón de Rivadavia, las opciones también dejan mucho que desear. La presidenta provisional del Senado, Beatriz Rojkés, que le sigue en la línea de sucesión, es la esposa del gobernador feudal de Tucumán, José Alperovich, involucrado -al igual que el propio vicepresidente- en varias causas de corrupción. A Rojkés le sigue el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, que tampoco tiene los mejores antecedentes: fue mi­nistro de Carlos Ruckauf en uno de los gobiernos más nefastos que tuvo la provincia de Buenos Aires y fue uno de los personeros del duhaldismo antes de camuflarse como dirigente K. En otras palabras, si por determinada circunstancia Cristina no puede volver a ejercer el cargo, podría generarse una aguda crisis política e institucional. Una República, como es la Argentina, no puede gobernarse a partir de la decisión de una sola persona. Se requieren equipos de gobierno, cuadros técnicos, que sean capaces de seguir manejando los hilos de poder ante cualquier accidente circunstancial que pueda llegar a ocu­rrirle a la máxima autoridad política. Un claro ejemplo es Brasil donde, durante el gobierno de Lula da Silva, se conformó un gabinete con muchas luces, al punto tal que una de sus integrantes, Dilma Rousseff, se convirtió en sucesora y ahora buscará la reelección, con el apoyo del propio Lula. Esto no ocurrió en la Argentina. CFK se cerró en un círculo ínfimo de aplaudidores y adulones, sin querer ver el real panorama del país. Ello la llevó a que se equivocara, y mucho, a la hora de elegir colaboradores y distribuir los cargos de poder en su gobierno. El país, ahora, se encuentra a la buena de Dios, tal como lo escribimos ayer en estas páginas. Esperemos que termine imponiéndose la razón y podamos ir hacia una transición ordenada, de cara al recambio gubernamental que necesariamente tiene que darse en 2015.
  La peor imagen del gobierno
 La directora de la encuestadora Management and Fit, Mariel Fornoni, analizó que, según sus sondeos, "Boudou es el que peor imagen tiene en el gobierno Nacional", entre todos los funcionarios medidos. Fornoni explicó que "el vicepresidente tiene muchos frentes abiertos, no sólo por el cuestionamiento de la opinión pública, sino también porque la Justicia lo tiene en la mira". Además, recordó: "No es uno de los más queridos en el entorno kirchnerista". Por su parte, Fornoni vaticinó que, si bien la situación institucional por el estado de la Presidenta no deja de ser reciente, no cree que cambios en los resultados electorales.
  El neurólogo del “que se vayan todos” y su contraparte 
Las desinformación oficial es tal que, a pocas hora de la operación, aún no se confirmó quien operará a Cristina Kirchner. Facundo Manes dirige el grupo de profesionales que la diagnosticó, pero según rumores esparcidos a última hora de ayer, el elegido sería el neurocirujano Cristian Fuster, un destacado especialista en endoscopía y uno de los más prestigiosos médicos en esa especialidad a nivel nacional. Ambos tienen un importante curriculum, pero Manes resalta, también, por haber incursionado en polítca. En 2002, fundó e integró el grupo político 1810, que al calor de las cacerolas reclamaba “que se vayan todos” los políticos para “refundar el país. En aquel entonces, una de las principales acciones que hizo el colectivo de jóvenes profesionales argentinos del cual participaba fue escribirle una carta al por entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, para que no aprobara envíos de dinero a la Argentina.

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