jueves, 3 de octubre de 2013

 

solo un sello de goma

La noche del lunes, los gobernadores del Partido Justicialista hicieron una suerte de reunión de amigos en la sede partidaria de calle Matheu, en Capital Federal.
 Según trascendió, las conversaciones de los mandatarios apuntaron a intentar "unificar un mensaje en todo el país" y "darle coherencia a la campaña", en momentos donde el kirchnerismo recibirá un duro cachetazo en los comicios de este mes.
 Ahora bien, intentar desempolvar el sello del PJ, que actualmente no es más que un cáscara vacía (de hecho hasta perdió la personería jurídica), difícilmente pueda constituir una he­rramienta válida para salvar al oficialismo de la debacle electoral.
 Desde que el movimiento obrero organizado dejó de ser la columna vertebral del PJ, el partido como tal dejó de existir. Se convirtió en apenas un sello de goma que fue mani­pulado para "avalar" los peores go­biernos, desde el menemismo que le puso bandera de remate al país, pasando por el duhalismo en la Provincia y los últimos diez años, con el kirchnerismo en la Casa Rosada, donde se profundizó la destrucción nacional.
 Asimismo, varios de los asistentes del cónclave del pasado lunes fueron cómplices y/o partícipes de ese proceso. Por ejemplo, estuvo el gobernador sanjuanino José Luis Gioja, que entregó su provincia a las garras de las multinacionales que manejan la megaminería a cielo abierto, que saquean nuestros recursos naturales y dejan tierra arrasada. No por ca­sualidad Gioja, en los últimos comicios, sufrió un duro revés electoral. 
También estuvo Lucía Corpacci, la gobernadora de Catamarca estrechamente ligada al clan Saadi, que fue desalojado del poder en los ‘90 tras el caso de María Soledad Mora­les. Corpacci es la ahijada política de Armando “Bombón” Mercado, el exmarido de Alicia Kirchner, quien a su vez sería el vínculo de la Casa Rosada con las multinacionales mineras que también saquean los recursos naturales en esa provincia. Corpacci, al igual que Gioja, viene de perder en las urnas.
 Otro que se hizo presente fue el tucumano José Alperovich, uno de los mandatarios provinciales con mayores denuncias de corrupción en su contra y que se hizo tristemente célebre cuando, en medio del cepo cambiario, tuvo unas lujosas vacaciones en Medio Oriente, pagando en dólares una habi­tación en uno de los ho­teles más caros del mun­do. Tucumán es una de las provincias donde más se siente el clientelismo político, dado que gran parte de la población vive del Estado.
Además, en el cónclave del PJ participó el eterno gobernador de Formosa: Gildo Insfrán. Esta provincia registra índices de pobreza e indigencia muy similares a los que se registran en países de Africa. Incluso, la Iglesia hizo severos llamados de atención por las redes de trata que operan en territorio formoseño, donde una parte importante de la población ni siquiera tiene acceso al agua potable.
 El listado de asistentes lo completaron el bonaerense Daniel Scioli, el salteño Juan Manuel Urtubey, otro gobernador de estilo feudal; Eduardo Fellner (Jujuy), que ganó raspando los últimos comicios; Sergio Urribarri (Entre Ríos) y Oscar Jorge (La Pam­pa). A ellos se le sumó Antonio Caló, un sindicalista manejado a control remoto por la Casa Rosa­da y que carece de represen­tación en el movimiento obre­ro.
 Dentro del justicialismo, quien parece picar en punta -en la ca­rrera presidencial- parece ser Scioli, que quiere articular acuerdos nacionales, algo de lo que carece Sergio Massa, que por el momento es un simple jefe comunal.
 El desafío de Scioli pasa ahora en poder constituir un proyecto de poder verdadero, que se pueda hacer cargo del país de 2015. El problema es que, con lo viejo, difícilmente pueda conformarse una real alternativa de cambio.

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