sábado, 30 de agosto de 2014

 

Cuando la crisis es una oportunidad

A medida que se van conociendo datos cada vez más negativos sobre la realidad económica y social, algunos sectores tienden a pensar que la Argentina se encuentra prácticamente condenada, sin salida. Ello, a su vez, es alimentado por la ausencia de propuestas superadoras de parte de quienes hoy son los principales candidatos presidenciales del oficialismo, con Daniel Scioli a la cabeza, y de la oposición (como Sergio Massa, Mauricio Macri, Hermes Binner y Julio Cobos)
.
Gran parte de la ciudadanía actualmente descree de los políticos porque ninguno de los que aspiran a ocupar el sillón de Rivadavia, cuando queda menos de un año para las primarias, ha expuesto claramente qué y cómo piensa hacer para intentar solucionar los principales problemas. Hasta el momento, más allá de pronunciar frases políticamente correctas, ninguno de ellos tiene claro qué se podría hacer, con los recursos disponibles, para comenzar a cambiar la historia. Todos parecen correr detrás de la misma pelota, mientras la gente teme quedarse sin empleo por la recesión y ve estupefacta como su salario vale cada vez menos por la inflación. Peor aún: la inseguridad está llevando a que la vida valga cada vez menos. Todos los días inocentes caen por el accionar de una delincuencia que se reproduce y no encuentra ningún tipo de límites.
Este escenario le plantea un gran desafío a Scioli. Su candidatura presidencial está complicada al seguir atado a un proyecto político decadente (como es el kirchnerismo) y no poder proponer un proyecto transformador que esté acorde con la exigencia del electorado, que ya en los comicios del año pasado se expresó masivamente en las urnas a favor de un cambio profundo. Por ello, ante una crisis que se agudiza, todo lo que huela a K será ampliamente rechazado el año entrante cuando se defina la nueva conducción del país.
Ahora bien, el hecho de que hasta el momento Scioli y los demás candidatos no logren articular un plan estratégico que proponga otro modelo, ello no significa que no haya salida a la angustiante crisis que nos toca vivir. Por el contrario, la Argentina, en su vasto y rico territorio, tiene una abundancia
de recursos humanos y naturales que podría servir como base de un auténtico proyecto superador.
Uno de los principales problemas económicos, como es la ausencia de inversiones para poner en marcha el aparato productivo y socavar así las bases de la ola inflacionaria que carcome el poder adquisitivo de los asalariados, podría solucionarse claramente con un gobierno que sepa cómo establecer y mantener reglas de juego claras.
En el mundo, actualmente, existe una enorme liquidez que hace que los dólares que hoy escasean en la Argentina, abunden en otros territorios. Ocurre que Estados Unidos, para salir de su crisis del años 2008-2009, recurrió a una importante emisión de dólares, reduciendo las tasas a mínimos históricos. Esos capitales son los que ahora están permitiendo que países como Bolivia y Paraguay se estén financiando a plazos de entre 20 y 30 años, con un interés de entre 4 y 6 por ciento, menos de la mitad de lo que se le cobraba a la Argentina antes de que se confirmara el default. En otras palabras, hasta las naciones que históricamente estuvieron más postergadas que nuestro país, por su subdesarrollo, resultan muchos más confiables.
Si esos capitales hoy están esquivando a la Argentina es porque en la Casa Rosada hay un gobierno en retirada, carente de ideas, asociado a la nefasta experiencia que está realizando el chavismo en Venezuela, donde no por casualidad existen los mismo problemas que ponen en jaque a nuestra economía: cepo cambiario, inflación por las nubes, primarización de las exportaciones, restricción a las importaciones, etc.

A su vez, muchos argentinos que han decidido frenar los proyectos de inversión, guardando su capital debajo del colchón o en bancos de exterior, no dudarían un minuto es volver a apostar por el país, si saben que cuentan con mínimas garantías de que no terminarán siendo perjudicados por funcionarios precámbricos, que aplican recetas que ya fracasaron en el mundo hace más de 50 años, como son quienes actualmente forman parte del equipo de Axel Kicillof.
Ojo con los piratas Un dato a tener en cuenta es que, ante semejante aislamiento, el gobierno K ha decidido abrirle las puerta a los capitales piratas. Hoy por hoy los únicas empresas extranjeras que muestra interés por hace algún tipo de inversión son beneficiadas con contratos tan leoninos para los intereses nacionales –encima la letra chica se mantiene en confidencialidad- que reducen el status del país a una categoría inferior al de una colonia. Así es como por migajas que no mueven el amperímetro de las variables económicas, estas empresas se están quedando por varias
décadas con territorios –como sectores de Vaca Muerta- donde abundan importantes recursos naturales –como gas y petróleo no convencional- que escasean en otras partes del planeta. Luego de una década en el poder, los K están dejando un país que tiene características pre capitalistas, absolutamente desencajado de lo que significa la globalización.
Quienes se hagan cargo del poder, a partir de 2015, necesitarán tener decisión política para aplicar cambios profundos, que permita insertar a la Argentina en el mundo,
atrayendo inversiones productivas. Se deben crear las condiciones para que en el país no sólo ganen los que se dedican a la usura extrema, como son el puñado de bancos amigos del poder, o a la explotación de tragamonedas, que es el negocio que más ha crecido en la Provincia a costa de enormes flagelos sociales y del saqueo de las economías locales.
La Argentina, pese a sus crisis, está a tiempo de cambiar. Es una nación castigada por las políticas que implementaron quienes hoy detentan el poder, pero que no ha sufrido catástrofes, hambrunas o guerras. Es decir, está todo por hacerse y no hay condicionamientos religiosos, étnicos o climáticos que lo impidan. El desafío es saber aprovechar lo que hoy es una crisis, y convertirla en una oportunidad. El camino es difícil, pero no imposible.


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